lunes, 24 de abril de 2017

LA MUJER 10

Antonia María Peralto retoma su pluma y tras su PERFUME DEL AMOR nos regala este delicioso microrelato donde auna sensualidad con humor. Foto de Jorge Lázaro



Como cada noche, esperaba ansioso a que la mujer llegara ante la ventana y, después de abrirla, se desnudara lentamente, disfrutando de cada movimiento como un ballet bien ensayado, se desprendía de la ropa, mientras acariciaba la piel desnuda, después  se estiraba voluptuosa haciendo que sus pechos, redondos, turgentes, subieran tras sus brazos, hasta el infinito. Esperaba con ansiedad el otoño de todas las prendas, pero al llegar al pequeño tanga, ella se volvía y penetraba en la habitación contigua.

Aquella pequeña ventana, al lado de la grande, tenía que pertenecer a un cuarto de baño. Se subió a una silla, no veía nada, después a la mesa con el mismo resultado, intentó poner la silla encima se la mesa, imposible, decidió conseguir una escalera. Al día siguiente esperaba feliz, subido al último peldaño distinguía algo del lavabo y el inodoro.

Lo sorprendió la potencia de aquel chorro, sobre la porcelana, se puso de puntillas en el último escalón y pudo ver las manos de cuidada manicura francesa de la mujer diez sosteniendo su potente miembro viril. Ya libre del tanga.

La voz de alarma la dio el vecino del piso de abajo al oír el golpe. Cuando consiguieron abrir la puerta, lo encontraron muerto, nadie entendió que hacia don Ambrosio a sus ochenta y cinco años subido en una escalera al filo de la madrugada.

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