jueves, 26 de octubre de 2017

LAS COLÁS DE ALOSNO



Cuando viajábamos camino de Alosno para, entendí, visitar sus célebres Cruces de Mayo y MANUEL GARRIDO PALACIOS, que ejercía de ilustrado Cicerone, me sacó de mi desconocimiento, explicando las auténticas raíces de esta milenaria tradición quedé primero sorprendido, luego expectante y cuando comenzamos el recorrido por las “colás”, paseando por calles alosneras de casas blancas encaladas… “Ay… calle Real del Alosno con sus esquinas de acero…”   fui memorizando las explicaciones de Manolo…

Milenios atrás en esta población, y una vez al año, se celebraba en el templo una extraña ceremonia, las mujeres sin hijos, inclusive casadas, ese día acudían al templo y daban lugar a una irreal puesta en escena que consistía en que las  que deseaban su embarazo se sentaban a la izquierda, a la derecha las que aspiraban a que quedasen sitios vacíos en la izquierda y, al fondo, las mujeres casadas con hijos y aún detrás de ellas las casadas más ancianas como notarias de los acontecimientos…

Ese día llegaban extranjeros o forasteros y podían elegir a la mujer que deseasen del lateral izquierdo para un contacto carnal sin que ella pudiese negarse a dicha petición, al término de la unión se le entregaba una cantidad de dinero a la más vieja de las viejas para ayuda del templo…   Solo podía efectuarse el contacto una vez  y en ningún caso volver a iniciar el cortejo con la misma mujer…

Confesé mi curiosidad por tan extraños maridajes, necesarios según Manolo para evitar la consanguinidad y elevar las escasas cifras de natalidad… pero mayor fue mi sorpresa cuando explicó que actualmente y en las cruces o “colás” el ritual era exactamente el mismo,  solo que trasladado al baile de las seguidillas alosneras, suerte de sevillanas bailable con los mismos pasos pero en 3 cuerpos, eliminando la cuarta.

Comenzamos nuestro caminar por el pueblo cerca de la una de la madrugada, hasta las doce no se inicia la fiesta, las calles se iban llenando de reuniones de hombres, aunque la modernidad va haciendo que se sumen mujeres en algunas de ellas, van los guitarristas y entre todos llevan la cesta donde almacenan las bebidas para ayudar a pasar la noche con animación,  se detienen en las esquinas, entonan los cantes de este lugar inigualable por su fandango y continúan hasta llegar a las “colás”,  forman corros en las puertas, entran los guitarristas, si en la Cruz no los hay, los hombres se asoman a las imaginativas decoraciones que cada barrio monta para rivalizar con las otras 11 cruces que abren sus puertas en la noche, eligen a la muchacha que más le agrade, todas preciosas vestidas con sus trajes de flamenca, pero siempre de la fila de la izquierda,  mientras las casadas y viejas de la zona de frente cantan unas añejas letras, casi perdidas en mi memoria acompañadas de castañuelas, panderetas y palmas.      Baila el hombre con la moza elegida y al final le entrega una “perrilla pa la luz” que ella a su vez, da a la más vieja entre las viejas para ayudar al mantenimiento de la “colá”…
A la tercera o cuarta “colá” que visitamos me tocaron el amor propio, sobre todo Manolo Garrido,  y en la de la calle Feria saqué a bailar a una chica, previamente elegida en una rápida visual,  me marqué mis tres seguidillas alosneras y, que extraño me resultó, al terminar entregarle   mi “perrilla pa la luz”… era la primera vez que pagaba por bailar flamenco…  Una bonita experiencia.

Cuando regresábamos, casi a las cuatro de la madrugada, yo que comencé desanimado,  a esas alturas hubiese seguido hasta la amanecida…      Nos detuvimos en un grupo donde cantaba fandangos ARCANGEL, el onubense que dicen sucesor de Camarón de la Isla  y, sinceramente, es difícil encontrar un marco y una despedida más acorde con la experiencia que acababa de vivir y que magnifica  lo que de auténtico y tradicional se conserva en el patrimonio antropológico de los pueblos de España

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