Facebook me recuerda la publicación de esta crítica de mi libro
efectuada por el escritor, académico y poeta Manuel Garrido Palacios y
que incluye en su blog personal. Un honor para mí. Mil gracias.
La cuelgo en el blog para lectura de mis amigos sin acceso a mi cuenta de facebook
LAS CARAS OCULTAS DE HUELVA EN LA II GUERRA MUNDIAL
(Willian Martin. El hombre que nunca existió)
Universidad de Huelva
Decía un querido maestro que el mito no era una mentira, sino una
verdad invertida, de manera que hacía que pasara fuera lo que sólo
pasaba dentro de uno o de un círculo afín, ya fuera cierto, fruto del
imaginario o máster de alguna estrategia para alcanzar un objetivo. En
virtud de este juego nacía y se extendía una verdad virtual con la que
podía engañarse a quien conviniera hasta donde la línea roja se hacía
visible. El mito en la Antigüedad era también una historia contada que
venía a explicar lo que la mente no era capaz de desenredar en cuanto a
la presencia de los dioses. Si era la ignorancia lo que creaba el
misterio, el ser humano, inasequible al vacío absoluto de razonamientos,
recurría al mito para aplacar sus dudas, llenar ese hueco y engarzar el
eslabón necesario ante la imposibilidad de hacerlo de otro modo. Todo,
menos dejarlo en el aire, aunque en el aire quedara. En suma, para
explicarse lo inexplicable.
Algo o mucho de todo esto hay en la
apasionante historia de ‘El hombre que nunca existió’… podríamos decir:
‘fuera’, pero que sí existió ‘dentro’ de quienes urdieron tan insólita
secuencia histórica, con nombre y apellidos, documentos en regla,
descubrimiento oportuno y sepelio a su hora.
Este es el mito de
William Martin, eje de la espléndida obra de Diego Lopa Garrocho, cuya
primera parte nos sitúa en la época marco dejando la segunda para hacer
un recorrido por los escenarios y los personajes de la trama… la
búsqueda de un cadáver en lugar idóneo, el transporte del cuerpo y de
sus ‘trascendentales’ pertenencias, perfil de la novia que no existió,
la tensión histórico-mítica entre los días 30 de abril y 2 de mayo de
1943, la confirmación en Londres del cumplimiento del plan, la
enigmática tumba en Huelva y las consecuencias de este cúmulo de hechos,
sobre los que no cabe extenderse aquí al ser patrimonio del
conocimiento común y porque en las páginas del libro se ofrecen
enriquecidos con un corpus documental –inédito en algún caso- e
iconográfico obtenido por Lopa Garrocho en un paciente trabajo en los
archivos de tantas personas e instituciones cuya nómina de
agradecimientos es epílogo a la obra.
Las firmas que prologan ‘Las
caras ocultas de Huelva en la II Guerra Mundial’ inciden en la esencia
del mito. Francisco José Martínez López, Rector de la UHU, dice que ‘hay
territorios en los que los mitos creados por el hombre conviven con la
vida real […] La provincia de Huelva es un ejemplo casi mágico de esta
circunstancia’. El escritor José María Segovia da un paso más cuando
expresa que ‘William Martin es un personaje ya familiar’. Extraordinaria
síntesis. Es asumir el mito como algo propio a la vez que se pregunta
aludiendo a un libro anterior de su autoría: ‘¿Termina aquí la historia
del hombre que nunca existió?’ Isabel Naylor, Miembro de la Orden el
Imperio Británico, que señala: ‘nunca llegué a imaginar que disfrutaría
tanto recordando, elaborando hipótesis’, cree del libro y del mito que
estudia, que ‘estas páginas vuelven a mirar la historia’, y el Doctor en
Historia Cristóbal García cierra los previos de la ‘fascinante’ que nos
ocupa, anotando que ‘aunque no resultaba fácil decir algo nuevo’, [Lopa
Garrocho] lo ha hecho ‘demostrando que no era una investigación
agotada’. En la dirección de lo dicho sobre el mito, no quiero dejar de
anotar un párrafo de la carta que Iris Montagu escribe a Isabel Naylor:
‘…he sabido que es usted la que pone flores en la tumba del Mayor Martin
todos los años. En nombre de mi marido, Ewen Montagu, que falleció hace
diez años, me gustaría darle las gracias. Es bonito saber que aunque no
sea el Mayor Martin el que descansa en tierra extraña, de alguna manera
alguien se acuerda de él’.
Vale aquí lo que se dijo en la
presentación de la obra: ‘cuando se publica un libro, nace una
estrella’. La luz del astro -la entraña del mito- es un brillo que nos
hace mirarlo como uno de los misterios pendientes.
Lo escribió Juan
Ramón Jiménez, el más grande poeta del pasado siglo: ‘La chicharra
sierra un pino al que nunca se llega’. ¿O era otro animal?
© Manuel Garrido Palacios
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