El sueño, apenas perdió el miedo a
despertarse y despertar sus pasiones, emergió en su verdadera naturaleza
femenina espontánea y apasionada.
Él sabía las innumerables formas de
complacer a una mujer y también sabía que el vigor cuenta menos que la paciencia.
Por eso le hablaba, la cubría de suaves caricias, llenas de labios trémulos,
mientras la amaba hasta que la sentía despeñarse, sin posible retorno, por los
barrancos infinitos de la pasión…
No hay comentarios:
Publicar un comentario