viernes, 7 de junio de 2019

PREÁMBULO A UN CUENTO PACIFISTA

En la calma casi veraniega de Azahar, dedico mi tiempo a ordenar archivos y me encuentro este CUENTO PACIFISTA, me ha encantad volver a leerlo en condiciones tan distintas a las que me rodeaban cuando lo escribí hace nada más y nada menos que 53 años.
Os lo dejo en dos entregas, hoy esta introducción y mañana el cuento en sí.



           Reescribo estas líneas en Agosto de 2.008 dentro de mi afán por recuperar cuantos manuscritos encuentre entre mis archivos, varios de hace 40 años, algunos a mano y la mayoría cuidadosamente materializados en una pequeña máquina de escribir portátil Olivetti 

              Este que me ocupa vio la luz en Marzo de 1966, me encontraba en Cádiz prestando mi servicio militar en el Regimiento Mixto de Artillería número 4, unidad a la que correspondía en días alternos la guardia y custodia del penal militar de Santa Catalina y allí, rodeado del Atlántico, las noches de invierno se hacían duras y, sobre todo largas, la mayoría de los reclusos eran miembros de los Testigos de Jehová, chicos en edad militar que, por entonces, se negaban a cumplir sus deberes con le Ejército  con la consecuencia inmediata, de su encarcelamiento por una cantidad tremenda de años, hasta 20,  al ser un delito continuado de negativa a su incorporación a filas.

              Conocí a algunos, charlaba con ellos y fue germinando dentro de mí un cierto aire de respeto a su postura desde la mía de aceptado cumplimiento de los deberes con la Patria.        Decidí una madrugada, cuando el sueño se hace difícil en los cuerpos de retenes, entre guardia y guardia, tomar papel y bolígrafo y plasmar este cuento de corte pacifista que, trasladado al papel en las viejas máquinas de Contaduría de la Plana Mayor  envié, entre otros escritos, a mi amigo José Mª Segovia por entonces Redactor Jefe del diario ODIEL de Huelva para su publicación, cosa que amablemente hizo en aquellos mismos días.

            Pasaron los años y decidí pasar la vieja copia de papel de calco Carboplán a los nuevos folios producto de las virtudes de la antes mencionada máquina portátil Olivetti y… ¿saben que día y a que hora estaba yo copiando este cuento pacifista…?    Pues en la tarde del LUNES 23 DE FEBRERO DE 1981, sonó el teléfono en casa y era mi querido y hoy desaparecido amigo Joaquín Fernández… ¿ “Diego, escuchas la radio…?  Y ante mi negativa, me dijo que un Teniente Coronel de la Guardia Civil, llamado Tejero,  había tomado el Congreso de los Diputados en un intento de golpe de estado…     Mi relato me pareció entonces  una paradoja cuando solo era una coincidencia con uno de los días más tristes de nuestra joven democracia.

MAÑANA EL RELATO...

1 comentarios:

Blogger Belén ha dicho...

Me gusta que compartas. Me entretiene en este mundo de avorágine.

Gracias. Besos y abrazos para que repartas.

18 de junio de 2019, 11:33  

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