PREÁMBULO A UN CUENTO PACIFISTA
En la calma casi veraniega de Azahar, dedico mi tiempo a ordenar archivos y me encuentro este CUENTO PACIFISTA, me ha encantad volver a leerlo en condiciones tan distintas a las que me rodeaban cuando lo escribí hace nada más y nada menos que 53 años.
Os lo dejo en dos entregas, hoy esta introducción y mañana el cuento en sí.
MAÑANA EL RELATO...
Os lo dejo en dos entregas, hoy esta introducción y mañana el cuento en sí.
Reescribo estas líneas en
Agosto de 2.008 dentro de mi afán por recuperar cuantos manuscritos encuentre
entre mis archivos, varios de hace 40 años, algunos a mano y la mayoría
cuidadosamente materializados en una pequeña máquina de escribir portátil
Olivetti
Este que me ocupa vio la luz en Marzo de 1966,
me encontraba en Cádiz prestando mi servicio militar en el Regimiento Mixto de
Artillería número 4, unidad a la que correspondía en días alternos la guardia y
custodia del penal militar de Santa Catalina y allí, rodeado del Atlántico, las
noches de invierno se hacían duras y, sobre todo largas, la mayoría de los
reclusos eran miembros de los Testigos de Jehová, chicos en edad militar que,
por entonces, se negaban a cumplir sus deberes con le Ejército con la consecuencia inmediata, de su encarcelamiento
por una cantidad tremenda de años, hasta 20,
al ser un delito continuado de negativa a su incorporación a filas.
Conocí a algunos, charlaba con
ellos y fue germinando dentro de mí un cierto aire de respeto a su postura
desde la mía de aceptado cumplimiento de los deberes con la Patria. Decidí una madrugada, cuando el sueño
se hace difícil en los cuerpos de retenes, entre guardia y guardia, tomar papel
y bolígrafo y plasmar este cuento de corte pacifista que, trasladado al papel
en las viejas máquinas de Contaduría de la Plana Mayor envié, entre otros escritos, a mi amigo José
Mª Segovia por entonces Redactor Jefe del diario ODIEL de Huelva para su
publicación, cosa que amablemente hizo en aquellos mismos días.
Pasaron los años y decidí pasar la
vieja copia de papel de calco Carboplán a los nuevos folios producto de las
virtudes de la antes mencionada máquina portátil Olivetti y… ¿saben que día y a
que hora estaba yo copiando este cuento pacifista…? Pues en la tarde del LUNES 23 DE FEBRERO DE
1981, sonó el teléfono en casa y era mi querido y hoy desaparecido amigo
Joaquín Fernández… ¿ “Diego, escuchas la radio…? Y ante mi negativa, me dijo que un Teniente
Coronel de la Guardia Civil, llamado Tejero, había tomado el Congreso de los Diputados en
un intento de golpe de estado… Mi
relato me pareció entonces una paradoja
cuando solo era una coincidencia con uno de los días más tristes de nuestra
joven democracia.
1 comentarios:
Me gusta que compartas. Me entretiene en este mundo de avorágine.
Gracias. Besos y abrazos para que repartas.
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