BAJO EL SOL
Mi buena amiga la escritora canaria FELICIDAD BATISTA vuelve a honrar las páginas del blog con sus escritos. Hoy nos regala BAJO EL SOL. Gracias amiga por compartir tus palabras desde el rosa y amarillo de sus esquinas
Nora entró en casa y cruzó el zaguán saltando de baldosa en baldosa con sus zuecos de madera como si
jugara al tejo. Su madre y su hermana Sara, conversaban en torno a la mesa de
la cocina.
—He sacado un sobresaliente en griego ¡Eureka, c’est
magnifique!—Gritó
—No sé de qué te alegras tanto guapa, si aún no has aprobado las matemáticas de primero, ni de segundo de B.U.P. —Dijo Sara con indiferencia.
Cabizbaja, se refugió en su
habitación. Se tumbó en la cama y reconoció que no
pasaba por su mejor día. La buena
nota le permitió olvidar, hasta nueva convocatoria,
el lastre de los suspensos de su asignatura maldita. Sin embargo, lo que sucedió aquella mañana en el patio del instituto, desbarató su alegría. Sorprendió a su amor secreto besándose con la empalagosa de Dulce. Esa rubia artificial, de ojos claros
y cerebro extraviado.
Desde que conoció a Carlos en
primero, mudó
clandestinamente su corazón al suyo. Releyó y aprendió el poema Si me llamaras,
y albergó la esperanza de vivir algún día los
versos de Pedro Salinas. Pero una punzada se le había instalado en el estómago y nada
la calmaba. Sus pensamientos huracanados la arrastraron a una trágica decisión; dormir para siempre con solo abrir la llave del gas del horno. Pero
venció esa repentina maldición de los dioses, al reparar en que su madre no volvería hacer pasteles de media luna para Ana, su
hermana pequeña.
Descartado el sueño eterno,
barajó practicar una de sus actividades placenteras,
interpretar las formas de las nubes. Solía contemplar el cielo con su amiga Lucía y, ahora, andaban enfadadas. Fue desde la tarde en la que Nora
aseguró que uno de aquellos cúmulos, moldeado por los alisios, se asemejaba a Julio Verne.
—No, se parece con Puccini, el compositor de Madame Butterfly.
—¿Qué
dices? El autor de esa ópera es Verdi —Rebatió Nora escandalizada.
Lucía se ofendió porque si alguien conocía esa obra
era ella. Su madre, aficionada al bel canto, le había contado la historia del oficial norteamericano
que abandonó
a su amada. Y que le recordaba la de su
padre, que emigró a Venezuela y nunca más se supo de él. Así que lo mejor, infirió Nora, sería refugiarse en la lectura.
Se marchó a la biblioteca. Recorrió de puntillas los pasadizos de libros ordenados y
suculentos. Escudriñó los
estantes hasta que por fin se encontró con él. Permanecía solitario sobre el anaquel. Firme, elegante e
incitador. No dudó en solicitarlo en préstamo y se lo llevó a casa.
Comprobó que de las nubes, ni rastro;
en cambio, una tarde luminosa con aroma a rosas se abría paso.
Subió a la azotea y se dispuso a
practicar su ceremonia secreta. Colocó el libro en el borde, justo donde el sol se abatía antes de sucumbir al crepúsculo. Sentada frente al volumen cerrado, observó como la cubierta de tela azul ultramarino se fue
volviendo celeste. Lo abrió por la
mitad. El papel comenzó a dilatarse
y las hojas se fueron separando lentamente. Después de una hora de contemplación, sostuvo entre sus manos La voz a ti debida y comenzó a acariciar la superficie impresa. Disfrutaba
del sonido que le producía el papel
deshidratado bajo el sol. Y mientras avanzaba por el libro se decía:
—Si pasaras las páginas, sí, si las pasaras, todo cambiaría.
5 comentarios:
Los tiernos amores de la niñez, con su sencillez, pero por eso menos dolorosos... Qué hermosa descripción! sentí en mis dedos el pasar de las hojas casi quemadas por el sol.
Precioso el relato de nuestra querida Felicidad Bastista.
Un abrazo fuerte.
Maffi
Como todo lo de nuestra amiga Felicidad. Una exquisitez para las sensibilidades.
Un abrazo hasta tu Chile del alma Migli
Una hermosa historia llena de viejas añoranzas. He leido en el blog varios relatos de Felicidad y debo decir que me encantan.
Gracias por su difusión Diego.
Gracias Amaya, ya iré colgando nuevas colaboraciones de escritores/as amigos que amablemente ceden sus relatos.
Un saludo afectuoso.
Bonita narración, me encantan los trabajos que publicas de Felicidad.
Gracias
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