HOJAS SUELTAS
Continuo con la publicación iniciada ayer de mis recuerdos de niñez y adolescencia. Hoy una entrega evocando aquello algodones de las heridas de infancia.
VI.- ALGODONES DE LUNA
Hijo, tíralo al “bater”, que no
lo vea la luna…!!! Y para mí, se
encendía un mundo mágico e inalcanzable, lleno de oscuras veredas y de reflejos
perdidos…
Era mi madre… con su voz cansada y llena de matices, quién
me repetía su temor a que los algodones usados. Inyecciones invierno, caídas de
niñez o heridas de vejez quedaran indefensos ante la luna…
Hijo, tíralo al “bater”, que no
lo vea la luna…!!! Y yo corría
aleteado por una supersticiosa imaginación a sepultar, en la cascada de agua
del cuartillo del patio, lo que inocentemente
veía como desencadenador de no-se-qué terribles infecciones…
Hijo, tíralo al “bater”, que
no lo vea la luna…!!! Y al
volver, la dulce sonrisa de mi madre, entregaba a mis ojos asustados la paz que
le había robado, la húmeda oscuridad del patio en silencio…
1 comentarios:
No pierde su belleza con el paso de los años.
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