FELICIDAD BATISTA
Hoy este blog tiene hoy la inmensa fortuna de contar con la generosidad de mi querida amiga, la escritora canaria, Felicidad Batista, que me honra con un microrrelato.
Felicidad, que recientemente publicó "Los espejos que se mirán", tuvo la amabilidad de hacer que un ejemplar cruzase el Atlántico hasta varar en mi biblioteca junto a su cercana y afectiva dedicatoria y sus otros libros que reposan en mi casa.
Su blog www:1929buenosairescafeliterario es un recomendable rincón donde sus letras se ofrecen generosamente a los lectores. Lo recomiendo sin ninguna duda a quienes amamos la literatura.
Os dejo su colaboración titulada "Cada mañana"
Felicidad, que recientemente publicó "Los espejos que se mirán", tuvo la amabilidad de hacer que un ejemplar cruzase el Atlántico hasta varar en mi biblioteca junto a su cercana y afectiva dedicatoria y sus otros libros que reposan en mi casa.
Su blog www:1929buenosairescafeliterario es un recomendable rincón donde sus letras se ofrecen generosamente a los lectores. Lo recomiendo sin ninguna duda a quienes amamos la literatura.
Os dejo su colaboración titulada "Cada mañana"
Cada mañana
Felicidad Batista
Aparece
al amanecer como llegan las buenas o malas noticias: entre las tinieblas que
huyen de la noche y los impetuosos rayos de sol que deslumbran.
Sorprende
a Manuel ajustando las cinchas de la
montura de Coliseo, su fiel alazán. Trajano, Vespasiano cuando el amo está beodo, mueve la cola sin ladrar. Ella se acerca por
el camino de tierra que custodian dos hileras de palmeras. Su traje rojo de lunares blancos ceñido a la
cintura, flamea como una bandera de señales. Flota sobre zapatillas escarlatas de tacones
de aguja y, en la mano, una maleta de madera y cartón. Se
detiene frente a Manuel.
—Regreso—
insinúa una leve
sonrisa carmesí.
Manuel
clava la mirada en el colgante de arcilla que se balancea entre sus pechos. Una
espiral que él modeló y colocó sobre su cuerpo desnudo, cuarenta
años atrás.
—La casa se demolió
hace
tiempo— le responde
cansino.
Ella se encoge
de hombros y señala la puerta entreabierta.
—Está ahí.
—Esa, es la otra.
La
que se construyó después de tu marcha y está deshabitada.
Arquea
las cejas, lo besa en los labios, se gira y Manuel, cada mañana, la
ve
alejarse bajo las palmeras, escoltada por Trajano.
Él acaricia las crines del viejo caballo.
—Ella ha olvidado que la casaron con otro y yo, amigo
Coliseo, siempre la contemplo en el último día que
hicimos el amor.
6 comentarios:
Siempre es un honor que publiques mis relatos en tu blog "Del Rosa al Amarillo"
Gracias querido y admirado escritor y amigo
Gracias siempre a tí querida amiga. Un abrazo
Como siempre, mi querida Felicidad nos regala un relato genial con un final sorprendente.
Un abrazo inmenso
Maffi
Los finales de Felicidad son sorprendentes y emotivos a partes igaulaes querida Migli.
Hasta tu Chile querido un abrazo cálido y cercano.
Un placer leerte Felicidad.
Buenos días!
Vengo de la mano de Felicidad a conocerte y a pasear por tu coloreado rincón.
Como imaginaba ha sido un lujazo leer el relato de Felicidad.
Gracias al anfitrión por compartirlo y a la autora por traerme hasta aquí.
Un saludo desde Pueblo Poeta.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio