SUEÑOS...
Me llamaste con tu mirada hecha voz, esa mirada y esa voz
que tantas veces me han conducido dulcemente entre los caminos
de los sentimientos, las proposiciones y los sueños.
Te acaricié con mis palabras, envueltas en deseo y llenas de
amorosa pasión, te invité, una vez más, a subir a la misma nube
donde viajamos en los días, perdidos en el recuerdo en que nos
conocimos. Aquella nube de algodón donde nos amamos por vez
primera, la misma desde donde veíamos cogidos de la mano un
mundo lejano y lleno de movimientos apresurados. Hacía meses
que te negabas a ti misma el sueño encantado de subir a nuestra
nube, vivías en la contradicción de desearlo con todas tus fuerzas y
el temor a recuerdos que te abriesen heridas en el alma.
Para convencerte te evocaba con placer nuestros primeros
viajes juntos por este mundo maravilloso de los sueños, recuerdos
de tu voz única, personal, apasionada y amorosa a la vez cuando
mis caricias, mi cercanía y mi voz te hacían despeñar por los abismos
infinitos del placer, desde cuyos fondos subías una y otra vez,
para volver a iniciar el rito mágico y apasionado, que te volvería a
empujar por los caminos de los sentidos hasta dejarte llevar por la
borrachera de unas sensaciones que, en algunos casos, habías olvidado
y, en otros, ni siquiera conocido…
Te vuelvo a ver entre las gasas de tul que te cubren, desde las
indecentes proposiciones de los contraluces que traspasan tu boca,
tus hombros desnudos y tus pechos encendidos como granadas,
para esperar en tus labios una sonrisa que acepte subir a nuestra
vieja nube llena de sonidos de valses y de violines, de paisajes de
ríos nocturnos con las luces, como luciérnagas, de un paisaje para
siempre inolvidable. No subes… Y, sin embargo, me dices vehemente
que me quieres, que deseas mis besos como agua fresca de
mayo y mis caricias ardientes como la lumbre en otoño, pero te
alejas, una vez más, entre el mar de contradicciones que te acompañan
desde que una madrugada de noviembre nos amamos mientras,
¡qué extraño!, cantaban los grillos, sin duda confundiendo las hojas
del calendario por el calor de nuestra pasión.
Cuando te alejas sin alejarte, cuando te marchas quedándote
para siempre, cuando me dejas un falso adiós… es cuando te digo:
“No te marches, antes cuéntame un cuento…”
“¿Cómo lo quieres…?” me preguntarás.
Y yo, desde la cercanía de nuestra vieja bandera amarilla te
diré mientras esperamos viajar en nuestra nube… “Cuéntame un
cuento que no le hayas contado a nadie…”
2 comentarios:
Precioso sueño Diego y encantado de haberme reencontrado con tus sueños. La foto es perfecta con el texto del sueño.
Gracias y un abrazo. Besos.
Muchas gracias Crstina, encantado con tus visitas. Besos.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio