MI CUADERNO DE BITÁCORA. DESIERTO NUBIO Y ABBU SIMBEL
Os dejo un nuevo capítulo de MI CUADERNO DE BITÁCORA. Hoy un recuedo inolvidable para la tierra de los faraones
Pocas cosas tan bellas
en el mundo como ver amanecer en el desierto NUBIO. Tardó un buen rato en
concretarse, primero fue una banda de mil colores que se extendía sobre un
horizonte interminable luego, cuando estos colores tomaban formas, otras más
luminosas las empujaban hacia el cielo y, de pronto, sin más avisos, comenzó a
asomar entre las dunas un disco naranja, difuso primero, radiante más tarde,
fundiéndose con un cielo azul, absolutamente limpio de nubes, que acabó
iluminando todas las gamas inimaginables de colores extendidos suavemente por
la inmensa paleta ocre del desierto. Acababa de nacer un nuevo día.
Tras el amanecer y después de varias horas de travesía por el desierto llegar hasta el templo de ABBU SIMBEL. Dedicado en teoría a la triada de AMÓN-RA, HARMACHIS Y PTAH, pero, en la práctica, levantado solo para dar gloria eterna a su constructor RAMSES II el Grande. Hasta principios del siglo XIX permaneció enterrado. Recrearme en la fachada, imponente en su colosalidad, es recordar que durante un año entero fue la portada de mi libro de Historia Universal, cuanto paseé los templo de ABBU SIMBEL por las calles de mi querida Huelva, quizás alguna vez guardara entre sus páginas alguna foto o la nota de un amor juvenil.
Y finalizar el día con
el templo cercano de NEFERTARI para seguir navegando hasta la isla de PHILAE la
antigua File, isla sagrada, dominio de la diosa ISIS. Un regalo para la vista.
Nada mejor para despedir el dia que tomar el te en la cubierta de Diamont navegando por el Nilo.
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