HOJAS SUELTAS
Esta semana nos toca descanso en la programación de nuestro DEL ROSA AL AMARILLO y, siguiendo la norma que establecí hace quince días, os ofrezco una segunda entrega de mis HOJAS SUELTAS, recuerdos, retazos y vivencias de mi infancia.
"A pesar de los muchos años transcurridos, cuando llega hasta mí el olor inconfundible del brasero, que aliviaba las anchas tardes de invierno en nuestro viejo colegio de la calle Aguas, no puedo evitar que mi corazón vuele en la distancia y evoque la dulce figura de Doña Pepita...
Mis padres, mis colegios, mis veranos y Nochebuenas en el Picacho con la abuela Milagros, agrandados y adornados con el colorido de la distancia y que quiero entregaros desde la tierna cercanía de mi sincero afecto a todos mis amigos/as del blog.
Hoy recordaré a la figura inolvidable que era, para los niños de otras generaciones, su "primera maestra". Sin sospechar yo, por entonces, que también sería "maestro" de jóvenes con los que hoy me cruzo, hombres ya, por las calles y aún me llaman cariñosamente Don Diego.
Elijo, para acompañar esta hoja suelta y a la que titulo DOÑA PEPITA, la fotografía de la matrícula de mi examen de ingreso.
"A pesar de los muchos años transcurridos, cuando llega hasta mí el olor inconfundible del brasero, que aliviaba las anchas tardes de invierno en nuestro viejo colegio de la calle Aguas, no puedo evitar que mi corazón vuele en la distancia y evoque la dulce figura de Doña Pepita...
Doña Pepita, era una de aquellas maestras, ancianas ya hacía veinte años, que hacían de su amor el mejor de los magisterios. Pequeña, algo entrada en carnes, con su cara de muñeca de aparador, redonda, el color fortalecido en los pómulos y sus viejas gafas de carey...
Aún la recuerdo cuando la esperábamos en la esquina del Tupi, junto a la tintorería, deseando divisarla caminando por la calle de las Señas, para salirla al encuentro corriendo tan cariñosos como alborozados...
Como podré olvidar aquella taza de chocolate, con que me obsequió una mañana de San José, cuando le regalé una caja de bizcochos que mi madre había comprado en la tienda de Barroso, la misma donde élla me había llevado como "el niño que mejor lee de la clase..." y donde quiso el azar que estuviera mi madre, para premiar la lectura del "Nosotros" ante las parroquianas, con una lágrima acompañada del dulce gesto de ternura de una madre feliz..."
Etiquetas: hojas sueltas
5 comentarios:
Emotivas estas Hojas Sueltas. Podrias publicarlas con mas cercanía y sin esperar dos semanas?
Vaya niño guapo, ojillos tristones pero se veia que iban a ser muy SOÑADORES, verdad Diego?
Solo paso a dejarte mi saludo. Hermosas hojas sueltas y de acuerdo con Amaya... Ojillos soñadores desde niño. Besos.
Felicidades por estas Hojas sueltas. Debió ser hermoso escucharlas en tu voz cuando formaban parte del programa. Algún día podrás leer alguna en directo.?
Saludos muy afectuosos.
Con tus SUEÑOS o con estas HOJAS SUELTAS, siempre es fácil soñar con tus creaciones Diego.
Un saludo
Gracias a todas: AMAYA, MARISA, ROSA y SOÑADORA... Vuestra cercanía y cariño son los mejores ánimos para continuar con la reposición de estas HOJAS SUELTAS.
Y por cierto, verdad que se adivinaba tras la tristeza (no se porqué) de la mirada, que acabaría siendo alegremente soñadora...?
Besos.
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