LA MUJER 10
Antonia María Peralto retoma su pluma y tras su PERFUME DEL AMOR nos regala este delicioso microrelato donde auna sensualidad con humor. Foto de Jorge Lázaro
Como cada noche, esperaba ansioso
a que la mujer llegara ante la ventana y, después de abrirla, se desnudara
lentamente, disfrutando de cada movimiento como un ballet bien ensayado, se
desprendía de la ropa, mientras acariciaba la piel desnuda, después se estiraba voluptuosa haciendo que sus
pechos, redondos, turgentes, subieran tras sus brazos, hasta el infinito.
Esperaba con ansiedad el otoño de todas las prendas, pero al llegar al pequeño tanga,
ella se volvía y penetraba en la habitación contigua.
Aquella pequeña ventana, al lado de
la grande, tenía que pertenecer a un cuarto de baño. Se subió a una silla, no
veía nada, después a la mesa con el mismo resultado, intentó poner la silla
encima se la mesa, imposible, decidió conseguir una escalera. Al día siguiente
esperaba feliz, subido al último peldaño distinguía algo del lavabo y el
inodoro.
Lo sorprendió la potencia de
aquel chorro, sobre la porcelana, se puso de puntillas en el último escalón y
pudo ver las manos de cuidada manicura francesa de la mujer diez sosteniendo su
potente miembro viril. Ya libre del tanga.
La voz de alarma la dio el vecino
del piso de abajo al oír el golpe. Cuando consiguieron abrir la puerta, lo
encontraron muerto, nadie entendió que hacia don Ambrosio a sus ochenta y cinco
años subido en una escalera al filo de la madrugada.
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