MIS SUEÑOS EN 39 COLORES
Frases de mis sueños llenas del erotismo que acompaña a la foto de Carmen Nuñez. Danos la mano y camina por los senderos de la pasión compartida que rezuma este sueño.
Hay
mañanas, cuando amanece en mis sentimientos, que presiento que algo o alguien
va a cambiar mis cartas de navegar en ese día. Eso sucede en el momento en que
mis sentidos se abren al pasar de los pájaros, al desperezarse de las flores o
al sentir la intensidad del viento en mi piel.
Esa
tarde nos cruzamos en el escenario inanimado de arenas de una playa en silencio
con el telón de fondo de un mar tremendamente calmoso desde su azul sin límites
ni fronteras. Nos miramos y fue la primera
vez desde que la veía pasear que nos sentimos solos en la cercanía de su
mirada, mientras robaba una y otra vez los pliegues de la mía.
Hablamos
rodeados de la extraña soledad que proporciona la cercanía del mar, cruzamos
cada uno por los caminos del otro, llevados por unas palabras que nacían solas
y que, en cada frase, nos acercaba como si la presencia silenciosa de la brisa
marina nos atrapase irremisiblemente.
Entonces
todavía no sabíamos que estábamos ocupando cada uno un espacio dentro del otro,
que cada palabra, cada gesto, cada sonrisa era un paso más en el caminar por
los rincones compartidos, de modo y manera que lográsemos en horas lo que a
veces otras almas tardan años o, simplemente, no lo consiguen nunca.
En
el regreso seguimos caminando por la senda que nacía justo delante de los dos
para, sin advertirlo, llevarnos a un punto de unión de sueños.
Con
el sol diciendo adiós, nos detuvimos para decirnos también adiós o simplemente
hasta luego. Fue el momento en que las mariposas salieron en torbellino a
pasear entre los dos rostros que se despedían y que, eliminando espacio físico
entre las bocas las hizo rozarse, solo rozarse, hasta que los labios decidieron
saludarse alborozados y felices de encontrarse, abrazarse, entregarse y, sobre
todo, cerrar los ojos, para llegar al mundo de nunca jamás…
Fue
entonces cuando sintiendo nuestra propia bandera amarilla me dijiste…
Quiero
que me escribas un sueño solo para mí y que me lo leas en cercana soledad para
escucharlo desde esa misma boca que acabo de besar.
Me
miraste, sonreíste y me dijiste con una voz suave, casi perdida en una inmensa
marea de emociones desconocidas…
“Te
dejaré que me lo leas en soledad mientras contemplas la desnudez de mi cuerpo
erizado con tu voz y tus palabras…”
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