HOJAS SUELTAS. LA SOPERA

Un capítulo de MIS HOJA SUELTAS. La sopera. Dibujo: Antonia Mª Peralto.

      LA SOPERA…   LA SOPERA…   QUE VIENE LA SOPERA…    Y los críos abandonábamos precipitadamente nuestros juegos infantiles y callejeros: Piola, la villalba o quizás a  las bolas.

     LA SOPERA era un carromato de madera tirado por un solo, y generalmente escuálido,  animal donde se trasladaban hasta el cementerio a las personas que morían desvalidas, sin recursos de ayudas familiares o simplemente abandonadas e inclusive a los suicidas.

     Caminaba con paso lento, como si quisiera darle cierta solemnidad a los tristes restos que llevaba entre sus acajonadas  paredes.       Tenía forma como de caja alta y casi cuadrada, precedida por el pescante desde donde un cochero de mísero uniforme achuchaba al animalito que tiraba de LA SOPERA.

     Se abría por la parte de atrás y cuando la chiquillería la seguíamos hasta el cercano Hospital benéfico de La Merced, evitábamos ir tras el carromato, ante la asustada sospecha de que alguna vez se abriesen las puertas y cayese el ataúd sobre los adoquines que empedraban la calle de Ginés Martín.

     Que extraña atracción nos llevaba hasta la trasera del Hospital, hasta LA PIEDRA como se conocía al mortuorio, y por donde bajando una pequeña escalera, que aún existe,  colocaban los restos de los desamparados de la fortuna dentro del carromato,  desmintiendo ese dicho de que la muerte acaba por igualarnos…  al menos no en las formas…

      LA SOPERA, una página más de un triste recuerdo en una infancia vivida, solo en pequeñas partes, en BLANCO Y NEGRO, ausentes, en este relato, los colores habituales que solían llenar mis fantasías de niño soñador…