DE MI SUEÑO EN COLOR TIERRA SEVILLA
De mi sueño número IX en color TIERRA SEVILLA, tras el despertar de una noche de amores compartidos...
“Diez minutos, por favor…” Diez minutos que nunca respeté.
Sabía que si te acompañaba en el regreso a la realidad co caricias suaves, casi perdidas, como besos robados por el viento de cualquier esquina, tu cuerpo se estremecería como un racimo de uvas en septiembre. Sabía que si sentías mis dedos seguros caminar sobre una piel, la tuya, que conocían por haberla recorrido golosamente durante miles de kilómetros, experimentarías la misma satisfacción del escenario sobre el que un bailarín danza sin apenas rozar las tablas.
“Diez minutos, por favor…” Diez minutos que nunca respeté.
Sabía que si te acompañaba en el regreso a la realidad co caricias suaves, casi perdidas, como besos robados por el viento de cualquier esquina, tu cuerpo se estremecería como un racimo de uvas en septiembre. Sabía que si sentías mis dedos seguros caminar sobre una piel, la tuya, que conocían por haberla recorrido golosamente durante miles de kilómetros, experimentarías la misma satisfacción del escenario sobre el que un bailarín danza sin apenas rozar las tablas.
“Diez minutos, por favor…” Y sonreías con la inocente dulzura de la hembra hecha mujer que se siente niña al enamorarse en la madurez. Entonces, lentamente, llena de sensualidad, comenzabas el
regreso hasta mi realidad, una realidad que estallaba entre tus manos
cuando al sentir la quemante fuerza de mi mirada en tu espalda, te
girabas y subías a bordo de la goleta en que viajaríamos juntos…
Zarpábamos apresurados, desde la calma, para embarrancarnos
en las dunas de la pasión que nos iban rodeando, la nave avanzaba sola, como conociendo el camino y conociéndonos a nosotros, conociendo nuestras cartas de navegar y la dirección hasta el puerto donde queríamos varar.
Cuando en un último esfuerzo, lleno de ternura, pasión, cercanía y placer atravesábamos juntos, y a la vez, el rubicón de nuestro amor, entrábamos plácidamente en un espacio donde el reloj deja de marcar los minutos.
Fotografía: Rocio Escudero Alfonso. Modelo: Maria Jose Mariscal Moreno.
Zarpábamos apresurados, desde la calma, para embarrancarnos
en las dunas de la pasión que nos iban rodeando, la nave avanzaba sola, como conociendo el camino y conociéndonos a nosotros, conociendo nuestras cartas de navegar y la dirección hasta el puerto donde queríamos varar.
Cuando en un último esfuerzo, lleno de ternura, pasión, cercanía y placer atravesábamos juntos, y a la vez, el rubicón de nuestro amor, entrábamos plácidamente en un espacio donde el reloj deja de marcar los minutos.
Fotografía: Rocio Escudero Alfonso. Modelo: Maria Jose Mariscal Moreno.
3 comentarios:
Me encantaaaan tus sueños, que dejaron de ser sólo tuyos y ahora también son míos.
Me encantaaaan tus sueños, que dejaron de ser sólo tuyos y ahora también son míos.
Y yo lo comparto contigo desde el corazón querida amiga. Un abrazo muy cercano.
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