MI CUADERNO DE BITÁCORA: LISBOA
Os dejo una nueva entrega de MI CUADERNO DE BITÁCORA, un paseo acompañado de la saudade que emana Portugal
Pocas
ciudades tienen el secreto encanto que rebosa Lisboa, íntima, acogedora,
cercana, colorista, se me agotan los adjetivos para calificar al laberinto de
calles, plazas y monumentos volcados a la contemplación del Tajo.
Se hace difícil comenzar
un recorrido, al final todos acaban desembocando en la inmensa Plaza del
Comercio, has podido bajar desde la Plaza
Marqués de Pombal, pasear por la zona de Rossío contagiándote
de la alegría callejera de los lisboetas.
Imprescindible, el
Barrio Alto al atardecer, puedes subir por
el elevador de Santa Justa, simplemente paseando o en el tranvía desde la zona
de la Plaza del
Comercio hasta desembocar en la
Plaza de Luis Camoes y allí, necesariamente, un alto en el
camino para saborear un café en A Brasileira, una estampa de los años 20 llena
de colores sepias entre sus mesas de mármol.
Calles estrechas, llenas de locales acogedores para una cena con la
compañía de los fados, música a la vez triste y cercanamente nostálgica y un
sabor arquitectónico rebosante de cercanías. Cuantos sentimientos en las voces
rotas de los fadistas
Si paseas por la zona de
Belen te perderás entre la grandiosidad del Monasterio de los Jerónimos de
inconfundible estilo Manuelino, la
Torre de Belem o el monumento a los Descubridores con las
vistas, tras el puente 25 de Abril, de la silueta del Sagrado Corazón abarcando
la inmensidad del Tajo. Y que nadie deje de visitar las tiendas típicas de
Lisboa para probar los pasteles de Belen, deliciosos bollitos rellenos de nata,
insignia de la repostería lisboeta
En el Barrio de la Alfama, que sobrevivió al
terremoto de 1.755 te puedes perder por sus calles estrechas hasta llegar hasta
el Castillo de San Jorge, las vistas son incomparables y una cerveza en
cualquier terraza tiene un sabor distinto.
Impresionante El
Oceanario, legado de la Expo Universal
e imprescindible visitar Sintra, Estoril, Cascais y alargarse hasta el
Monasterio de Batalha construido en recuerdo de la batalla de Aljubarrota. Una
impresionante visión a la vuelta de un inesperado camino.
Portugal, como dice el
slogam… tan lejos y tan cerca… Pero
Lisboa es algo más, es un sentimiento urbano que te atrapa entre sus encantos
para no abandonarte jamás. Quién visita
Lisboa nunca dejará de recordarla, de sentirla, de vivirla y, en definitiva, de
amarla…
2 comentarios:
Un placer pasear por tus letras y soñar con las bellezas que describes y que un día conoceré. Siempre sera grato llenarme de colores al leerte. Saludos a la distancia....cuídate mucho.
Gracias por tu visita amiga Sandra. Un abrazo muy cercano hasta México.
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