LAS COLÁS DE ALOSNO
Cuando viajábamos camino de
Alosno para, entendí, visitar sus célebres Cruces de Mayo y MANUEL GARRIDO
PALACIOS, que ejercía de ilustrado Cicerone, me sacó de mi desconocimiento, explicando las auténticas raíces de esta milenaria
tradición quedé primero sorprendido, luego expectante y cuando comenzamos el
recorrido por las “colás”, paseando por calles alosneras de casas blancas
encaladas… “Ay… calle Real del Alosno con sus esquinas de acero…” fui memorizando las explicaciones de Manolo…
Milenios atrás en esta
población, y una vez al año, se celebraba en el templo una extraña ceremonia,
las mujeres sin hijos, inclusive casadas, ese día acudían al templo y daban
lugar a una irreal puesta en escena que consistía en que las que deseaban su embarazo se sentaban a la
izquierda, a la derecha las que aspiraban a que quedasen sitios vacíos en la
izquierda y, al fondo, las mujeres casadas con hijos y aún detrás de ellas las
casadas más ancianas como notarias de los acontecimientos…
Ese día llegaban extranjeros o forasteros y podían elegir a la mujer que
deseasen del lateral izquierdo para un contacto carnal sin que ella pudiese
negarse a dicha petición, al término de la unión se le entregaba una cantidad
de dinero a la más vieja de las viejas para ayuda del templo… Solo podía efectuarse el contacto una vez y en ningún caso volver a iniciar el cortejo
con la misma mujer…
Confesé mi curiosidad por tan extraños
maridajes, necesarios según Manolo para evitar la consanguinidad y elevar las
escasas cifras de natalidad… pero mayor fue mi sorpresa cuando explicó que
actualmente y en las cruces o “colás” el ritual era exactamente el mismo, solo que trasladado al baile de las
seguidillas alosneras, suerte de sevillanas bailable con los mismos pasos pero
en 3 cuerpos, eliminando la cuarta.
Comenzamos nuestro caminar por el pueblo
cerca de la una de la madrugada, hasta las doce no se inicia la fiesta, las
calles se iban llenando de reuniones de hombres, aunque la modernidad va
haciendo que se sumen mujeres en algunas de ellas, van los guitarristas y entre
todos llevan la cesta donde almacenan las bebidas para ayudar a pasar la noche
con animación, se detienen en las esquinas,
entonan los cantes de este lugar inigualable por su fandango y continúan hasta
llegar a las “colás”, forman corros en
las puertas, entran los guitarristas, si en la Cruz no los hay, los hombres se
asoman a las imaginativas decoraciones que cada barrio monta para rivalizar con
las otras 11 cruces que abren sus puertas en la noche, eligen a la muchacha que
más le agrade, todas preciosas vestidas con sus trajes de flamenca, pero siempre
de la fila de la izquierda, mientras las
casadas y viejas de la zona de frente cantan unas añejas letras, casi perdidas
en mi memoria acompañadas de castañuelas, panderetas y palmas. Baila el hombre con la moza elegida y al
final le entrega una “perrilla pa la luz” que ella a su vez, da a la más vieja
entre las viejas para ayudar al mantenimiento de la “colá”…
A la tercera o cuarta “colá” que
visitamos me tocaron el amor propio, sobre todo Manolo Garrido, y en la de la calle Feria saqué a bailar a una
chica, previamente elegida en una rápida visual, me marqué mis tres seguidillas alosneras y, que
extraño me resultó, al terminar entregarle mi “perrilla pa la luz”… era la primera vez
que pagaba por bailar flamenco… Una
bonita experiencia.
Cuando regresábamos, casi
a las cuatro de la madrugada, yo que comencé desanimado, a esas alturas hubiese seguido hasta la
amanecida… Nos detuvimos en un grupo
donde cantaba fandangos ARCANGEL, el onubense que dicen sucesor de Camarón de
la Isla y, sinceramente, es difícil
encontrar un marco y una despedida más acorde con la experiencia que acababa de
vivir y que magnifica lo que de
auténtico y tradicional se conserva en el patrimonio antropológico de los
pueblos de España
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