SUEÑO EN COLOR MEDITERRÁNEO
De mi libro MIS SUEÑOS EN 39 COLORES
“Quiero un cuento donde icemos nuestra bandera amarilla, nos perdamos por los manglares de nuestras almas y, sobre todo… que nunca antes se lo hayas contado a nadie…”
XXXIII. SUEÑO EN COLOR MEDITERRÁNEO
Había sido un despertar
diferente, sentía la cercanía salada del agua marina, percibía cómo la
proximidad del océano me empapaba con la promesa de un sueño diferente. Durante
la madrugada, juntos y amándonos, habíamos navegado por aguas procelosas, mares
en calma y corrientes contradictorias, dejándonos llevar por las mareas de
nuestra pasión hasta recalar en este recién estrenado despertar.
Me miraste desde
las veladuras del sueño y me pediste un cuento: “marino…”, especificaste,
acompañando tus palabras con un descuidado ademán para apartarte el cabello que
te sonreía, desde su proximidad a tus ojos perdidos entre una inmensidad de
promesas.
“Marinera… ¿Quieres un cuento marino…? “, te pregunté…
Si, quiero un cuento
humedecido por contornos azules y olas blancas llenas de princesas oceánicas y
delfines alegres. Sonreí mientras miraba la inmensa llanura liquida que nos
rodeaba, abrazándonos hasta
empequeñecernos, y comencé:
Sueño, hace siglos,
cuando en un parto doloroso, se separaron la tierra y los mares, el primer hijo
nacido fue un inmenso cinturón acuático que rodeaba toda la tierra y al que
llamaron Océano. Su Dios primitivo, barbudo y soberbio, vivía en una gruta
acompañado de su bella mujer Tetis, de
ese amor habían nacido trescientas hijas: Las Oceánidas y un solo hijo varón,
Nereo, que reinó en un trozo del Océano llamado Mediterráneo. Cuantos sueños
detrás de ese nombre lleno de luz y de vida… Mediterráneo. Allí tuvo cincuenta hijas: Las Nereidas, con
nombres pertenecientes a los colores y las cualidades de las olas. Así nacieron
la Presumida,
la Verde, la Ondulada, la Lenta, la Graciosa, la Altanera… Pero la más
hermosa de todas era, sin duda alguna,
la representante de la espuma blanca de las olas: Anfítrita y de ella se
enamoró el Dios griego del mar,
Poseidón. Anfítrita, desde niña, siempre había esperado que algún delfín
apareciese trayendo en su lomo un príncipe encantado, viajero de la tierra
donde reinaba Zeus, con quién huir de las profundidades y de la soledad del mar
para corretear por las verdes orillas que divisaba desde la cresta de sus
amigas las olas.
Pero el delfín solo le
traía proposiciones de Poseidón, ninguna de Zeus, y la Nereida, ante tanta insistencia, soledad y deseos
insatisfechos de volar más allá de su azulado Mediterráneo, acabó por aceptar.
La infelicidad fue el soporte de su matrimonio, asustada, despechada,
tremendamente sola, aún estando rodeada de sus olas coronadas de espuma, unas
olas de las que creía estar cansada, sin saber cómo las deseaba, porque había
olvidado que las necesitaba para recuperar
su perdida libertad… Fue
entonces cuando quiso abandonar a su esposo.
Al conocer Poseidón sus
pretensiones, la repudió desterrándola hasta el fondo del mar para entregársela
a Nereo, su padre, con la maldición de que debería vivir en las más recónditas
y oscuras grutas y de que solamente pasearía sobre la cresta de las olas para
recibir a todos los ahogados que pereciesen en noches de luna llena, entre las
aguas del Mediterráneo.
Desde entonces,
Anfítrita salía cada noche lunar de su cueva en las profundidades y aguardaba,
sobre la espuma blanca de las olas, los cuerpos de náufragos para acompañarlos
en el último suspiro sobre la blanca palidez plateada de sus caras. Cuando los divisaba, les tendía los brazos,
los abrazaba contra sus pechos duros e inmaculados, los apretaba contra su
cuerpo nacarado. Su boca fresca buscaba
la del náufrago en un beso que parecía salvador y que, sin embargo, lo
arrastraba, sin cólera ni resistencia, hasta que una tremenda e ingente marea
salada, anegaba el pecho del ahogado mientras bajaba, en sus últimos
estertores, hasta las cuevas del reino de Nereo.
“Pobre Anfítrita”, me dijiste desde tus ojos velados por la sal
y por alguna lágrima furtiva. “¿Cómo el amor despechado puede llevar a una
mujer desde la soledad, hasta las profundidades amargas de ser compañera de
ahogados en noches de luna llena…?”
Sueño, te respondí, a esa desdichada Nereida
le ocurrió en la mitología como a muchas mujeres que, aún conociendo cuál es y
donde está su verdadero amor, toman, sin embargo, la ruta equivocada de la comodidad y la
sumisión para engañarse a sí mismas y acabar viviendo en la metáfora de
Anfítrita, alejada del gran y único amor que todas las personas conocen una
sola vez en su vida para morir, un poco cada día, instalándose en la desdicha
de la soledad y del desamor. Tiernamente dulce me miraste para decirme…
“Amor, quiero que me cuentes otro cuento con final más feliz…”
“¿Cómo lo quieres…?”, te dije mientras acariciaba amorosamente tu
alma.“Amor, quiero que me cuentes otro cuento con final más feliz…”
“Quiero un cuento donde icemos nuestra bandera amarilla, nos perdamos por los manglares de nuestras almas y, sobre todo… que nunca antes se lo hayas contado a nadie…”
La fotografía es obra de JORGE LÁZARO y la módelo, mi ANFÍTRITA en sueños, es en la realidad, YUZUIRE ARAIA. Expresiva y amante de la cámara... Gracias a los dos.
10 comentarios:
Una delicia, mi saludo más afectivo y mi felicitación al fotógrafo.
Un abrazo
Exquisitas obras que producen placer profundo recorrerlas línea a línea y por imágenes visuales y sensitivas, con la vista, la piel y el alma, en un mágico sonido a olas...
Desde mis mareas que esperan, saludos azules...
Gracias Amaya fiel amiga y segudora del blog. Aunque este sueño ya lo concoes de mi época de Uniradio y Del rosa al amarillo. Un abrazo.
Algamarina hasta tu querida Argentina mi agradecimiento por tu visita y tus palabras.
Saludos saldos con olor a Mediterráneo.
Un sueño cuento exquisito.La moraleja dsgna de ser atendida SIEMPRE.
NO me canso de leer los sueños. Cuanto me habría gustado la idea original del audiolibro. Ay el maldito dinero...!
Un abrazo amigo Diego.
Preciosa foto para un precioso sueño.
Saludos calurosamente agosteños.
Un abrazo
Efectivamente soñadora, el malditó parné que dice la copla impidió la materialización del audiolibro.
Hoy si no te arrimas al ascua de la sardina de las subvenciones oficiales no hay otra manera de publicar que a costa de tu bolsillo y pese a magnífica acogida de ventas del libro aún me ha costado dinero.
Pero la satisfacción de verlo en las librerías me compensa sobradamente.
Un abrazo amiga.
Gracias para anónimo, la verdad es que la foto de JORGE LÁZARO es una maravilla.
En su página de facebook tienes verdaderas obras de arte. Disfrútalas.
Un saludo
Es hermoso , me enamoré de este cuento. Ella sí encontró su amor y es felíz. A veces hay que ser valientes y tomar decisiones difíciles y quizás (analogía mediante), contra la corriente, pero que al final llevan a buen destino.
Me encantó que me visitaras, pido disculpas por mi demora pero a veces mis tiempos están complicados, no obstante es grande el placer que me provoca llegar hasta aquí.
Besos desde el Sur.
REM
Gracias por tu visita REM, un placer paseare por tu blog siempre repleto de poesía.
Hasta tu querida Argentina... Que cerca y que lejos... Mi abrazo afectivo.
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