MIS SEMANAS SANTAS EN BLANCO Y NEGRO
Canal Sur radio me encargó el pasado año para su programa EL LLAMADOR una serie de artículos que nos trajesen a la memoria las Semanas Santas de mi infancia, en blanco y negro las llamé, hoy quiero recrear el capítulo correspondiente a la fecha que celebramos JUEVES SANTO.
La noche del Jueves Santo tenía
para mí, un especial encanto desde mi
niñez, ese día la Hermandad
de la Merced o
de los Judíos, como la conocíamos popularmente por el barrio, cuando iba de
recogida, se desviaba desde la calle Ginés Martín para pasar expresamente por
la calle Amado de Lázaro o del “medio almú” donde estaba la taberna de mi
padre, Casa Carmelo,
El caso es que el Hermano Mayor, creo que ese
era su cargo, era D. Diego José Figueroa Poyato, insigne poeta local, persona
muy respetada y admirada en Huelva, y cliente diario del negocio familiar,
deseaba que los tres pasos de la cofradía se detuviesen ante la puerta del
local, convenientemente iluminada, para que los costaleros se refrescasen con
unas copas de buen vino blanco, mientras que los cantaores dedicaban sus voces
a homenajear a los pasos.
Se blanqueaba la fachada de la casa hasta
ponerla refulgente, se instalaban bombillas supletorias en la entrada del
precioso patio que antecedía a la taberna propiamente dicha y en ese mismo
patio se colocaban en las mesas los vasos de vino para los hombres, generalmente
trabajadores de la bahía o de la lonja.
Mientras descansaban los costaleros, con la
calle llena absolutamente de gente curiosa que ya conocía la tradición, El
Cañita, El Muela y Paco Toronjo, entre los que recuerdo, desgranaban sus oraciones en forma de saetas
que subían hasta el cielo, desde el alma de la modesta taberna, para homenajear a los sagrados titulares de
la cofradía del barrio.
Recuerdo entre los asistentes que nunca
faltaban a Oliva, ese gran tallista de nuestra Huelva que, desde su taller de
la calle Puerto, dio forma a numerosas obras de arte de nuestra Semana Santa y
que finalizaba, tras el paso de la cofradía, ofreciendo algunos de sus
recitales de poesías acorde a la fecha.
Sin duda era la noche grande para la calle del
medio almú, el gentío seguía tras la cofradía para posicionarse en la Plaza de la Merced y asistir a la
sucesión de saetas que salían desde los balcones del Hospital Provincial,
mientras las imágenes, recorrían los últimos metros antes de volver al cobijo
del templo.
Siempre en mi memoria las noches
de Jueves Santo en mi Vega Larga, cuando el reloj se paraba antes de regresar
a dormir a casa con la excitación propia
de mis pocos años.
2 comentarios:
En plena madrugá leo estos recuerdos tuyos Diego y me emociona el cariño con que conservas e interiorizas tu propia vida.
Un abrazo
Gracias José María estos recuerdos están empapados de mi alma. Son para siempre inolvidables.
Un abrazo.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio