sábado, 30 de marzo de 2019

SUELO EN COLOR SANGUINA

De MIS SUEÑOS EN 39 COLORES, os dejo el color SANGUINA


         Cada noche sé que los sueños, agazapados,  me están esperando bajo mi cama o entre los cortinajes de seda deshilachados o puede que entremezclados con la gasa transparente del mosquitero.  Llegan con su carga levitando sobre las brumas de mi corazón, a veces cargados de niebla y de oscuridades, a veces reventando en una cosecha ubérrima de ilusiones felices y frescos presagios.

         Sé que tengo dos vidas, una cuando duermo y otra cuando mis ojos permanecen abiertos a la realidad. En el mundo de mis sueños aparecen paisajes, personas y situaciones que ya conozco, en él exploro infiernos y paraísos, siempre en situaciones adornadas con las caras de los recuerdos. Subo a los campos azules del cielo y bajo al fondo verde de los mares donde reina un silencio de mil colores.  En el otro mundo, el de lo cotidiano,  se me aparecen paisajes, personas y situaciones que nunca antes había visto y a las que trato de poner colores, caras y sentimientos para luego gozarlos mientras sueño.

          Durante años me atormentaron ángeles y demonios por no poder descifrar las reglas que regían estos equívocos. A lo largo del tiempo he ido aprendiendo a conocer sus propios códigos que ahora me sirven para colocar cada sentimiento, cada sueño, cada voz o cada mirada en el lugar exacto que le corresponde…

          Por eso, cuando en el sueño de anoche sentí como recordaba con nitidez la primera vez que dormimos juntos, nuestro primer beso, el primer abrazo, el descubrimiento asombroso de un amor que había surgido cuando menos lo buscábamos pero tan real, como si toda la vida no hubiésemos estado sino preparándonos para este encuentro que nos marcó para siempre, solo pude mirarte dulcemente a los ojos y decirte…


       “Cuéntame un cuento”.
       “¿Cómo lo quieres…?”  me preguntaste llena de arrobo.
      Y yo, izando nuestra bandera amarilla, te respondí: “Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie”

lunes, 18 de marzo de 2019

MI PRIMER VIAJE EN TREN




             Desde mi fantasía de niño soñador, el tren era un compendio de ilusiones, de caminos desconocidos, de historias llenas de aventuras. Mi posterior anhelo de conocer mundos, se veía avanzado en mi gusto por las estaciones de ferrocarril.  Las dos de Huelva por aquellos años estaban, para mi,  llenas de mundos extraños, humanamente cercanos… Verlas llenas de gente con desgarradas despedidas, sonoros recibimientos, con las madres y las muchachas en flor  llevando sus cartas al buzón de correos, llegan antes decían. Desde niño, siempre me llamaron la atención las novelas y las películas que comenzaban en estaciones de trenes, sus viejos bancos de madera, sus humos, su cochambre perpetua. Siempre me gustaron estos lugares que  desde mi imaginación me llevarían algún día, sin duda alguna, a los más exóticos destinos, a países sobre los que las láminas de mis libros me empapaban las seseras durante horas…

            Muy pequeño, con solo 10 años subí por vez primera  a un tren. Destino. MADRID, los días previos fueron de nerviosismo y sueños  llenos de rascacielos, enormes calles, tranvías y buses de dos plantas, luces de colores, coches sin fin y aquellos enormes cartelones de  los cines de la Gran Vía con mis artistas favoritos agigantados. El viaje era un premio para alumnos aventajados, una semana en Madrid en un Colegio Mayor, museos, zoo, paseos, confieso que la presencia de mi primo Genaro hizo mi asistencia posible lo que en caso contrario hubiese sido una quimera.   La noche antes dormimos todos los elegidos juntos en el Colegio Menor  frente al Instituto de La Rábida, la primera etapa acababa en Sevilla y el tren salía de madrugada nunca supe por qué los trenes, en aquellos años, siempre salían antes del alba.

            Que noche de insomnio, que apresurado recorrido por las calles solitarias de Huelva desde El Conquero, San Pedro, Las Tres Calles, Miguel Redondo hasta desembocar en el Bar La Palma refugio de noctámbulos y viajeros madrugadores.

             Con una breve parada en Sevilla, tras tres horas de viaje, subimos a uno de los trenes correo de aquellos años, vagones corridos, de madera, banco de tiras y más de 24 HORAS hasta llegar a Atocha con su enorme letrero de GAL.   Veinti muchas horas que podrían agotar a los que subimos ahora a los AVES,  pero entonces la medida del tiempo era diferente, la emigración interior llenaba los pasillos de colchones, baúles, fiambreras de comida, botijos y hasta aves de corral, la presencia de una pareja de la Guardia Civil era secular en los trayectos en cuyas estaciones subían vendedores, aguadores, daba tiempo para todo en cada parada. Y desde mi perspectiva de niño, horas asomado a la ventanilla, soportando los humos y los vapores de las pesadas máquinas…     A mí,  esa visión de los paisajes,  me trasladaban en alas de no se que fantasías hasta unos mundos que siempre había soñado y que por entonces nunca supuse que llegaría a visitar…

              Ahora cuando hago en pocas horas, viajes de miles de kilómetros en  sofisticados medios de transporte siempre recuerdo, con una sonrisa de complicidad interior, como escribí la primera página del amplio libro de mis viajes…

viernes, 8 de marzo de 2019

REDES DE PIEL

Una vez más Jorge Lázaro nos deja la impronta de su objetivo acompañando sus poemas. En este caso nos regala REDES DE PIEL



Nos hacemos esclavos de la piel
y nos falta.
Vivimos por una caricia

que nos tranquilice de tanta oxidación
que produce la soledad tumultuosa
de las redes sociales que nos unen sin dolor,
sin olor, sin tocarnos, sin conocernos a penas.
Nos hacemos esclavos de un (“te quiero” )
escrito sin tinta en la pantalla de un ordenador.  
Y nos falta la cercanía de una mirada sincera
de un abrazo de confianza
de un momento de sabernos en compañía.


Modelos: Lidia y Beatriz.
Fotografía: Jorge Lázaro ©

domingo, 3 de marzo de 2019

LOS PUENTES DE MADISON

El 19 de agosto de 2011 colgué esta entrada en el blog, ha sido la de mayor acogida desde que inició su caminar del rosa al amarillo a finales de 2008. Me encanta repetirla casi 8 años después.


Una de las más hermosas historias de amor llevadas a la pantalla es, sin duda, LOS PUENTES DE MADISON, adaptación de la novela homónima de Robert James Waller, quiso la casualidad o la causalidad, como me gusta subrayar, que hace días y de manera inesperada la volviese a ver en televisión, invitándome a escribir estas lineas llenas de la poesía que rezuman los amores únicos y a la vez imposibles...

Francesca (Meryl Streep) es un ama de casa que un día abandonó sus sueños para cuidar de su marido y de su familia en una granja del pequeño condado de Madison, la llegada de un fotógrafo de National Geographic, Robert (Clint Eastwood), durante unos días en que su familia está fuera, le abrirá los ojos y el corazón a un mundo enterrado en años de rutina y le hará aflorar sentimientos escondidos que entrarán en conflicto con la persona que ha sido hasta ese momento.

Es un melodrama con el silencio como principal excusa. No hay acción y, sin embargo, la pasión empapa la pantalla con cada palabra sin pronunciar o con cada mirada perdida. Hay una escena que resume toda la sutilidad embriagadora de la película: "El duro Robert llora de amor bajo la lluvia mientras la mano de Francesca duda si abrir la puerta a una nueva vida...".
 He querido recoger algunas frases sueltas pero que hiladas nos dan toda la verdadera magnitud de como el gran amor de nuestras vidas solo pasa una vez por nuestra puerta... 
 
"No se si voy a poder hacerlo... ¿El qué...? Intentar concentrar toda mi vida entre hoy y el viernes..."

"Por un momento no supe donde estaba. Y por un instante pensé que él no me quería. Que le era fácil dejarme... Que equivocada estaba..."

"Pensé que él había estado allí solo unos momentos antes. Estaba tumbada, donde el agua se había deslizado por todo su cuerpo. Y me pareció intensamente erótico. Casi todo lo relacionado con Robert había empezado a parecerme erótico..."

"No quiero necesitarte. ¿Por qué...?. ¿Que por qué...? Porque no puedo tenerte."

"El amor no obedece a nuestras esperanzas, su misterio es puro y absoluto..."

"Creo que los lugares en que he estado y las fotos que he hecho durante toda mi vida me han estado conduciendo hacia tí..."

Yo resumiría esta hermosa historia diciendo que los dos tuvieron la suerte de poder conocer ese gran amor imposible. Un amor que sabes, con toda certeza, va a ser el único verdadero en tu vida.

Pienso que las mujeres que han tenido la suerte de pasear por su particular Puente de Madison, nunca olvidarán al fotógrafo que un día les inmortalizó los vericuetos de su corazón...

Dedicado a todas las mujeres que guardan, amorosamente abrazado por su memoria, un viejo paquete atado con cintas de colores donde atesoran los recuerdos que le sirvieron para levantar su propio PUENTE DE MADISON...