martes, 30 de agosto de 2016

ADOLFO MORALES Y MIS SUEÑOS



Comienza hoy un encuentro de las fotografías de mi querido amigo Adolfo Morales con mis SUEÑOS EN 39 COLORES. Quiero hacerlo con el prólogo que me regaló otra buena amiga, la escritora asturiana Aurora García Rivas. Ya lo he utilizado en ocasiones anteriores, pero quiero repetirlo como dama de compañía de sucesivas fotos de Adolfo.

"Hay una fruta que me persigue desde la más temprana infancia. Primero aparece entre las hojas, verde, amarga. Más tarde, alrededor de su semilla, se expande y se carga de néctares. Luego, una vez alcanzada su madurez, empieza a tomar color: primero rosa, luego fucsia, luego carmesí... y un aroma delicioso invade el entorno. Yo las colgaba en las orejas, como pendientes de granates: cerezas. Eso son tus relatos, Diego. Cerezas que van tomando cuerpo y que explosionan bajo los cielos."
Aurora García Rivas.
Premio Internacional de poesía “Ateneo Jovellanos” de Gijón

lunes, 29 de agosto de 2016

SUEÑO EN COLOR CARMÍN

De mi libro MIS SUEÑOS EN 39 COLORES con fotografía de Jorge Lázaro



         Estuve esperándote en el mismo sitio donde lo hacía desde que nos habíamos separado  meses antes, pero aún con el recuerdo húmedo en mi boca de nuestros últimos besos. Cada noche de luna llena, me sentaba entre la vegetación con los olores inseparables de aquél otro dulzón que nos rodeó la primera vez que, juntos, descubrimos que el amor placentero existía.


         Cuando, por fin, apareciste, como un Sueño revivido, te vi enrojecer suavemente, te acercaste despaciosa, estiré mi mano y te toqué la piel nacarada de tu cuello a la altura de la oreja. Percibí como sentías que una sensación caliente te subía por las piernas y te ablandaba la voluntad, noté que cerrabas los ojos y que te estabas abandonando a mi cercanía. Te atraje con dulzura, te rodeé con mis brazos. Hacía tantos meses que no estábamos tan cerca el uno del otro, que primero aspiramos nuestros nuevos olores, luego nos frotamos contra las pieles que también parecían diferentes a la que nuestros dedos conocían y más tarde nos miramos, sin podernos ver, por la cercanía de nuestros cuerpos que se entregaban calmosamente ansiosos el uno del otro.


        Nos buscamos las bocas como mil veces lo habíamos hecho antes, aunque a los dos nos pareció una caricia que acabábamos de inventar. Desde ese abrazo lleno de cercanía, de ternura, de pasión y de deseo sentimos que las piernas abandonaban nuestras voluntades para caer juntos, lentamente unidos por la apretura de nuestros brazos,  hasta rodar por el blando lecho de confidencias que nos ofrecía la naturaleza.


           La luna recorrió toda su parte de cielo, pero nosotros no la vimos, entregados, como estábamos, en explorarnos para reencontrar nuestras viejas intimidades, hundiéndose cada uno en el cuerpo del otro, hasta escuchar solamente el latido desbocado de sus propios corazones, mientras nuestras pasiones se amalgamaban juntas pero cada una dentro de los rincones del otro.


          Sabíamos que deberíamos separarnos, como nos había sucedido tantas otras veces, y eso hacía que aprovechásemos todos los momentos para amarnos con desenfreno, pasábamos las horas junto a las veredas del río, sin notar ni el frío, ni el cansancio de tanto amarnos, cabalgando entre juncos, navegando entre estrellas y esperando el terremoto de cada momento en que la tierra nos temblaba a los dos a la vez.

          Cuando apurábamos esos momentos, en una cruenta e inexorable cuenta atrás, como si fuesen los últimos de nuestra vida, disfrutábamos tanto de lo pasado como sufríamos por la injusticia de tenernos que separar una vez más. Era el momento en que se me llenaba el alma de sentimientos contradictorios y trataba de consolarme mirándote la inmensa profundidad de tus ojos claros a través de los que llegaba, sin dificultades, hasta tu corazón. Cuando tú sonreías, yo siempre te pedía con tanta dulzura como necesidad 

“Sueño, cuéntame un cuento”.
 “¿Cómo lo quieres…?” me decías desde la fragilidad enamorada de nuestros                                        momentos gozosos.
Yo, mirando nuestra querida bandera amarilla, te respondía una vez más… “Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie…”

ANTONIO SEGUNDO VILAS

Fotógrafo que hace poesía con su objetivo. Me fascinan sus imágenes, sus momentos, sus paisajes, sus rostros, sus miradas. Me fascina su sensibilidad y cercanía a las imágenes.

Lo miro desde el prisma de haber sido alumno mío en mi època de la enseñanza, Maestro, que hermosa palabra, hoy en desuso. A veces pienso que en parte de esa sensibilidad pude colaborar durante la época en que trataba de moldear sus sentimientos.

La foto y el texto son de su autoría y yo estoy encantado de colgarlo en las esquinas en rosa y amrillo de mi blog.


¡AQUÍ TIENES LA LUNA QUE TE PROMETÍ!

Se que prometí traértela, se también que hace ya mucho tiempo de esta promesa, que ya no la esperas y quizás no la quieras o alguien te consiguió una.
Dudé mucho lo sé, mis miedos eran grandes lo sé también, pero hoy me puse el traje de valor, me coloque las alas blancas y subí a por ella.


Texto y Foto: Antonio Vilas

domingo, 28 de agosto de 2016

POESÍA Y AMOR

Encontré esta frase hace meses en las redes sociales y no me he resitido a colgarla, primero en mi cuenta de las redes sociales, y ahora de compartirla con mis amig@s del blog

martes, 23 de agosto de 2016

CARMEN MARTAGÓN


Ya lo dije en otra ocasión pero no me importa repetir esta presentación de mi amiga CARMEN MARTAGÓN.
Conocí la poesia de Carmen  en un emotivo homenaje a la madre desde la altura de los tacones de la infancia, Carmen es una mujer que predica con el ejemplo de su actitud diaria ante la vida con la misma firmeza y poesía que vuelca en sus versos. Siento una especial debilidad por su lectura dije entonces y ahora, desde un mayor conocimiento,. quisiera añadir que su poesía es tam amplia que va desde la ternura hasta  la sensualidad pasando por su realismo ante los bandazos de la vida, incluyendo la suya propia.
Hoy nos deja VIENTOS, un poema rebosante de sensualidad y pleno de erotismo para que lo disfruteis en el calor agosteño.
La imagen, que mejor fotógrafo, es de su hijo Ángel que se funde con su madre en el instante de abrazarse con un rostro lleno de cercanías


 
Vientos

Enrédame en tus vientos,
tormenta de amor entre mis sábanas
y lléname la piel de tempestades,
de huracanes de mar, que me hagan zozobrar entre tus brazos.

Quiero que arrecie la lluvia de tu cuerpo
en mis entrañas dormidas
y me despierte por entero
la llovizna febril de tu mirada.


Después, me dejaré navegar a la deriva,
para soñar que soy nave de otros tiempos,
bergantín de piratas sin batallas,
goleta sin bandera hacia la orilla,
chalupa de sal, arena y aire.


Cuando despierte
regresaré dispuesta a la batalla
en otro amanecer de verso y carne. 

Carmen Martagón ©

lunes, 22 de agosto de 2016

MI CUADERNO DE BITÁCORA. VENECIA


Llegué a Venecia en una perfecta tarde de verano, cuando el ocaso comenzaba a adueñarse del Gran Canal y lo hice de la mejor manera posible, a bordo de un vaporetto que me dejó a la puerta del  Hotel situado, con su privilegiada fachada volcada al Canal y junto a la Plaza de San Marcos.


VENECIA, un nombre cargado de ensoñaciones románticas, de brisas de amor, de paisajes vaporosos, de callejuelas sombrías y húmedas pero preñadas de sueños. 

Todas acaban por depositarte en la PLAZA DE SAN MARCOS, sin duda una de las más bellas del mundo, sus laterales porticados llenos de comercios y de unos intimistas cafetines con las mesas asomadas al bullicio de la plaza.   Camareros sacados de una novela de Oscar Wilde, impecables, casi ancianos y de fondo, las orquestinas que te envuelven con sus sones de piezas clásicas, recuerdo dos El Minuetto de Boccherini y El Pequeño Concierto Nocturno de Mozart. Pasear por ella, sortear las palomas, admirar las columnas culminadas por  leones, la Campanille de ladrillo, con una hermoso vista de toda la ciudad, la torre del reloj con las figuras de los moros que dan las horas,   recorrer la fachada de la Basílica y junto a ella el PALACIO DEL DOGO con sus estrechas ventanas volcadas a la vista impagable de Murano, Burano, Mestre y, sobre, todo San Giorgio Maggiore, con la fachada de su iglesia obra de Vicenzo Scamossi, los atardeceres recortados en la silueta de su torre son postales flotando en el azul del Adriático para envolver la pantanosa bahía con sus 150 canales y  400 puentes.


Inicias el día paseando por el laberinto de canales y puentes interiores de una ciudad sin calles, sustituidas por las “sestieres”  numeradas,  y sin tráfico, en poco más de media hora se puede atravesar la ciudad de norte a sur en una experiencia inolvidable, detenerte a reponer fuerzas en una cualquiera de las docenas de tractorías y volver en dirección a la Plaza de San Marcos para desde ella, contemplar la cadena de islas que dan movimiento a la bahía y pasear por la zona de muelle del Gran Canal, a la izquierda de la Plaza de San Marcos y a escasos metros, el PUENTE DE LOS SUSPIROS, aunque deba aclarar que no eran de enamorados como muchos creen, sino de condenados a muerte que pasaban por su interior desde la Prisión hasta el Palacio del Dogo donde serían ejecutados.


Al atardecer un paseo en góndola, en mi recuerdo otra embarcación que se movía entre todas las demás cargada de músicos entregándonos canciones made in Italia, dejar que oscurezca a bordo de una góndola, arroparte de los sonidos del remo del gondolero y de la sensación impagable de saber que estás en la cuna del amor.     Para terminar una jornada veneciana, pasear hasta el Puente RIALTO, dejando reposar la vista en los palacios decadentes, herrumbrosos, testigos mudos de épocas esplendorosas cuando en la Alta Edad Media, la ciudad era el centro del comercio, sentarte en una elegante pizzería, sobre el propio puente,  y acompañar la visión de los vaporettos navegando bajo el,  mientras cenas a la luz de las velas con la compañía de las insustituibles mandolinas.



Si espectacular fue mi llegada, la salida rodeando al vaporetto un cielo de azules infinitos y de un mar turquesa absolutamente fascinante dignos de una pintura del Renacimiento…



Ah VENECIA y sus sensaciones eternas…

miércoles, 17 de agosto de 2016

MIS HOJAS SUELTAS

En el blog Luz Mazagon, acaban de colgar una nueva colaboración mía con el título "Viaje el Picacho" Os dejo el enlace

http://mazagon.org/espacioliterario.htm


Mis recuerdos de infancia en mis visitas al Faro del Picacho, hojas llenas de ternuras, nostálgias... 

martes, 16 de agosto de 2016

LAS CARAS DE HUELVA

Leéis con frecuencia las referencias a mi programa en Huelva Tv LAS CARAS DE HUELVA, recorridos con invitados de lujo por calles, plazas, comercios, personajes de una ciudad que materializa la nostalgia de sus rincones desaparecidos fisicamente pero muy vivos en los corazones de los onubenses.
Os dejo uno de los programas emitidos esta temporada recién finalizada que hoy he colgado en facebook y que comparto con todos los amigos del blog. Así lo anuncio en la red social:
Continuamos recordando invitados que han pasado por LAS CARAS DE HUELVA. Hoy lo hacemos con el pintor Juan Carlos Castro Crespo, uno de los grandes de la pintura que nuestra ciudad ha ofrecido al mundo del arte.
Nuestra vieja amistad unida a la admiración que siento por su obra, colaboran para que la entrevista surja espontanea y cercana. Que disfruteis del paseo que juntos hacemos por las viejas calles de Huelva.



http://huelvatv.com/2016/01/08/invitado-juan-carlos-castro/

domingo, 14 de agosto de 2016

HISTORIAS DE HUELVA: SUS CARAS Y SUS CASINOS



Miguel Mojarro desde Madrid, en su blog Amigos de los Casinos de Huelva hace esta especial mención de mis CARAS DE HUELVA, virtualmente nos hemos citado en su próxima visita a Huelva para un café con intercambio de LAS CARAS y LOS CASINOS además de conocernos personalmente. Hermoso hacer onubensismo prescindiendo de las distancias físicas.
https://amigosdeloscasinosdehuelva.com/…/huelva-y-su-histor…

miércoles, 10 de agosto de 2016

MARÍA LA PORTUGUESA



La acabo de leer en la red y para mí, admirador de la figura de Carlos Cano y enamorado de su canción “María la portuguesa”, encontrar la historia de amor que hay detrás de su letra me fascina y me hace compartirla para que esté al alcance de cuantos amigos míos no la hayan leído. Muy recomendable para nostálgicos y admiradores de Carlos Cano. Puede parecer extenso el artículo pero es de una belleza y un desgarro impresionantes. .


La verdadera historia de "María la portuguesa", la prostituta de buen corazón. 
 
Ni se llamaba María, ni era portuguesa. Un periodista de EL ESPAÑOL David López Frías, descubre la identidad de la mujer que inspiró la mítica canción de Carlos Cano en su 30 aniversario.



5 de enero de 1985, 3 de la tarde. Un joven contrabandista onubense carga cuatro cajas de marisco en su patera, en la ribera portuguesa del Guadiana, para venderlas de forma clandestina en la costa de Huelva. El río es la frontera natural entre el último pueblo de España, Ayamonte, y el primero de Portugal, Castro Marim. Aún no hay puente y sólo se puede cruzar en barco. El contrabandista se llama Juan Flores, ayamontino de 35 años, casado y con dos hijas. Es víspera de Reyes y Juan realiza el encargo para, con lo que cobre, comprarle una muñeca Nancy a las pequeñas.

En el momento de zarpar aparece una patrulla de la guardia costera portuguesa, los conocidos como “guardinhas”. El cabo António Nunes (recién llegado de la Guerra de Angola) se acerca al contrabandista y, sin darle el alto, le descerraja dos tiros a bocajarro. Uno le atraviesa el abdomen. El otro le perfora el corazón y lo mata en el acto.

El asesinato se comete en tierras lusas, por lo que el cuerpo es trasladado a una morgue de Portugal. Allí, el contrabandista no tiene a nadie que vele el féretro. La familia reside en Ayamonte y no puede ir a reconocer el cadáver hasta que zarpe el primer transbordador hacia Portugal a la mañana siguiente. Y en lo que debería haber sido un velatorio desierto, una misteriosa mujer, vestida de negro, permanece durante toda la noche al lado del féretro.

El crimen salta a los medios de comunicación y provoca una revuelta ciudadana en Ayamonte. Miles de vecinos salen a la calle protestar por el asesinato a sangre fría de su paisano. Todos los coches con matrícula portuguesa estacionados en la ribera española son apedreados o lanzados al río Guadiana por ayamontinos furiosos. El suceso se convierte casi en un asunto de estado y provoca conflictos diplomáticos. Para intentar enfriar los ánimos, el cadáver no es trasladado a Huelva hasta el día 9 de enero (paradójicamente, la fecha de cumpleaños del difunto). Durante esos 4 días, la misteriosa mujer de negro permanece firme velando el cadáver, sin relacionarse con nadie y esquivando todas las preguntas que le formulan. Sólo comenta que se llama “María”.
 
La mañana del 9 de enero se autoriza la repatriación del cadáver, que es trasladado en el transbordador. La misteriosa mujer de negro ruega que le dejen subir. Los allegados del finado se niegan. El barco zarpa hacia España con el féretro. Aunque la mujer se queda en tierra, cuando el barco atraca en Ayamonte, ella ya está allí. Ha logrado cruzar el río antes que el transbordador y nadie sabe cómo.
Los periódicos de la época publican fotos del multitudinario funeral. Los vecinos pasean el ataúd de Juan Flores por las calles de Ayamonte. Y en primera línea del cortejo fúnebre, vestida de luto riguroso y con una corona de flores, se encuentra la misteriosa mujer, tal y como recogen las instantáneas que publican los medios locales.

Un crimen convertido en himno
El mítico cantante granadino Carlos Cano conoce la historia y empieza a trabajar en una copla basada en el suceso. La concluye en 1986 y se publica en 1987. La titula “María la portuguesa” y se acabó convirtiendo en el mayor éxito de su carrera. Es su canción más reproducida y ha sido versionada por artistas como María Dolores Pradera, Joaquín Sabina, Dani Martín o Enrique Urquijo. La tonada acaba de cumplir 30 años.
Pronto empezaron a circular infinidad de rumores sobre la identidad de María, la misteriosa mujer de negro que protagoniza la canción. ¿Era un amante del asesinado, como apunta la copla? ¿Era una socia del negocio del contrabando? ¿Era, sin más, una persona de buen corazón que se apiadó de la soledad del finado? ¿Mató el "guardinha" a Juan Flores en un ataque de celos por María? 

La verdadera identidad
Ahora, coincidiendo con el 30 aniversario de la creación de la copla, EL ESPAÑOL desvela la identidad de “María la portuguesa”, que ni se llamaba María, ni era portuguesa. Su nombre era Aurora y era española. . Aún hoy, Aurora es un símbolo en ese municipio. Fue una mujer adelantada a su tiempo. Prostituta de lujo (y orgullosa de ello), sus clientes formaban parte de lo más granado de la alta sociedad portuguesa. Con 60 años dejó de ejercer y empezó a vivir del contrabando. A los pocos años empezó a tener problemas mentales y sufrió síndrome de Diógenes. 
“María la portuguesa” se llamaba en realidad Aurora Murta Gonzaga y nació en Ayamonte (Huelva) el 23 de agosto de 1923. Curiosamente, el nombre con el que fue bautizada al nacer sí que fue María. María de los Ángeles. Su madre falleció durante su parto y de su padre nada se sabe. Fue criada por una pareja de vecinos, española ella y portugués él. 

Exiliada por la Guerra Civil
En septiembre de 1936, este vecino portugués que ejercía de padre iba a buscar a su esposa con una rosa en la solapa. Fue confundido con un militante socialista, apresado y enviado al paredón. Cuando estaba a punto de ser fusilado, los militares reconocieron su error -“Éste es un portugués que pasaba por aquí y no se ha enterado de nada”- y fue liberado. Pero haber visto la muerte tan de cerca le llevó a tomar la decisión de escapar de la guerra y volver a Portugal. Se llevó a su mujer y a su hija adoptiva. Allí, para no tener que dar explicaciones sobre la verdadera identidad de la adolescente María de los Ángeles, la inscribieron con un nuevo nombre y los apellidos del matrimonio. La hicieron pasar por su hija biológica. Así nació, con 13 años, Aurora Murta Gonzaga. O al menos su nueva identidad.

Aurora se mudó con su familia adoptiva a Vila-Real de Santo António. Allí, la que pasaría a la posteridad como “María la portuguesa” era conocida como Aurora “La Española” o “La Salerosa”, o “La Malhablada” por su tendencia a utilizar tacos en su vocabulario. Enseguida se hizo popular entre sus vecinos por varios rasgos inconfundibles de su carácter: su fuerte personalidad (agresiva y violenta en ocasiones), su sentido del humor, su carisma desbordante, su humanidad y su apasionamiento por los hombres.
Aurora se casó con 17 años con Lino Santos, un portugués que trabajaba en los astilleros del puerto y del que se enamoró perdidamente. Con Lino tuvo un hijo, pero rompieron la relación porque ella decidió que no era “mujer de un solo hombre”. Tenía 35 años, abandonó a su marido y empezó a ejercer la prostitución para salir adelante. Su hijo, avergonzado del trabajo de su madre, decidió irse voluntario a luchar a la Guerra de Angola. Jamás regresó.

A Aurora le encantaban los bares y las fiestas. La noche era su hábitat natural. Y no tardó en darse cuenta de que su porte, su físico privilegiado y su gracejo natural le permitían relacionarse con la alta sociedad portuguesa. Era una mujer de cuerpo escultural, pelo claro, ojos enormes y siempre vestida de forma elegante. Fue así como empezó su carrera de lo que hoy se conoce como “escort” (prostituta de alto standing). Entre sus conquistas se contaban jueces, capitanes de barco, políticos o toreros. Cuando subió su nivel adquisitivo, abandonó la degradada casita que ocupaba en Lazareto (el barrio más pobre de Vila-Real) y se mudó a una casa más amplia y lujosa en el cercano pueblo de Hortas. 

Rechazó a la Reina de Inglaterra
Su único descendiente vivo, su nieto Lino Santos, confirma que su abuela ejerció la prostitución durante la mayor parte de su vida: “Ella proclamaba sin pudor que era una puta fina; sus clientes eran pudientes e importantes”. Lino aún conserva una caja con los escasos recuerdos que le quedan de su abuela. Uno de ellos confirma la relación que tenía Aurora con la alta sociedad europea: se trata de una invitación a una fiesta de Navidad que daba la Reina de Inglaterra en el Palacio de Buckingham para celebrar el año nuevo. A este festejo fue invitada por un patrón de trasatlántico que se enamoró de ella. Aurora declinó asistir porque “son muchas horas en barco 'pa' una fiesta”.

Otro de sus clientes más famosos fue Ricardo Chibanga, el primer torero negro de la historia. Nacido en Mozambique, Chibanga la invitaba a ir a la plaza siempre que toreaba en Vila-Real y le brindaba los toros. Cuenta el nieto de Aurora que “una tarde estábamos viendo la corrida y Chibanga sufrió una cogida. Ella, sin soltarme de la mano, salió corriendo de las gradas y, esquivando a la seguridad, se coló como una loca en la enfermería gritando '¡Que me matan a mi negro!', mientras yo no entendía qué estaba pasando”. Finalmente, Chibanga sobrevivió.

Que Aurora ejerciese la prostitución en su casa enojó sobremanera a los vecinos. Su nieto Lino recuerda que en una ocasión la intentaron echar de su casa. Un nutrido grupo de vecinos y vecinas se presentaron en su casa amenazándola con desahuciarla “por ser una puta”. Ella, lejos de arredrarse, salió a la calle, se encaró con una mujer y, chillando en español, le espetó: “¿A mí me vas a llamar puta, cuando tú engañas a tu marido y encima no cobras?”. Luego se giró hacia otra vecina y le gritó: “Y tu marido querrá echarme, pero se acostó conmigo anoche”. Tras ese episodio, los vecinos no volvieron a amenazarla y la dejaron vivir (y ejercer) tranquila.
Aurora siempre se declaró una apasionada de los hombres, pero jamás dejó que la sometiesen. Fue, según sus vecinos, “una adelantada a su tiempo. Ella siempre mandó sobre los hombres que pasaron por su vida. Un alma libre. Nunca le importó el “qué dirán”. Al contrario, le gustaba provocar. Hacía bandera de ser una prostituta en una época en la que la sociedad era profundamente machista y conservadora. Era una revolucionaria. Mientras la inmensa mayoría de las mujeres no podían salir a la calle sin estar acompañada de sus maridos, Aurora cambiaba de pareja más que de camisa”, rememora Liset, una vecina de Vila-Real que ahora tiene 90 años.
Pero no sólo ejercía la prostitución por dinero. El principal rasgo diferencial de su personalidad, además de su fuerte carácter, era su gran corazón. Por eso era capaz de encamarse con el patrón de un barco para conseguir que le diese trabajo a su vecino, “que el pobrecito tiene 4 hijos, está en el paro y necesita echarse a la mar”. Es anécdota la repitió con orgullo hasta el final de sus días, según cuentan en la residencia de Manta Rota (Algarve) donde falleció en 2011. 

Persecuciones políticas
Y es que lo que definía a Aurora Murta Gonzaga era su infinita humanidad. No tenía ningún reparo en meterse en líos si eso suponía poder ayudar a sus semejantes. En una ocasión, el artista portugués Manuel Cabanas (xilógrafo) se encontraba en Vila-Real huyendo de la policía política portuguesa que le perseguía por motivos ideológicos. Eran los tiempos de la dictadura de Salazar y nadie en el pueblo, por miedo, quería dar cobijo a Cabanas. Aurora lo escondió en su casa durante tres días. Cuentan los vecinos que la policía registró todas las viviendas del pueblo menos la de Aurora. Algunos dicen que porque no creían que fuesen a encontrar al artista en casa de una prostituta. Otros, que Aurora se enfrentó con los agentes y les impidió entrar en su morada. Sea como fuere, Cabanas consiguió burlar a las autoridades y se salvó.

Aurora tenía bien diferenciado el papel de los hombres en su vida: por un lado estaban sus clientes, que le permitían vivir de forma holgada. Por otro lado estaban sus amantes: “Se encaprichaba enseguida de un hombre y lo amaba con todas sus fuerzas. Sufría, lloraba de amor, se peleaba, agredía… y tan pronto como le venía el enamoramiento, se le pasaba y echaba al amante de turno de su casa para colgarse de otra persona”, reconoce su nieto.
Su físico le dio para prostituirse hasta los 60 años. Ahí empezó el declive físico. Se quedó sin clientes y decidió dedicarse al contrabando. Compraba en Portugal y revendía más caro en España. “Ella pasaba de todo por la frontera: tabaco, azúcar, marisco… y los guardias fronterizos hacían la vista gorda porque era muy conocida y la quería todo el mundo”, confiesa otra vecina que vivió aquella época. 
Recuerda esa vecina que "una vez nombraron a un inspector fronterizo nuevo, que venía de la ciudad de Faro, para controlar el contrabando. No la conocía y cuando la vio pasar la detuvo para preguntarle si llevaba algo clandestino bajo la ropa. Ella se burló del agente y le contestó 'que sí, que lo llevo todo metido en el shosho'. El inspector se enojó y la amenazó con detenerla. Aurora, en lugar de amedrentarse, se subió el vestido, se bajó el sujetador y, enseñándole los pechos, le gritó al agente. “¡Este es el contrabando que me dio mi madre!”. A pesar del incidente, ni acabó detenida ni le consiguieron requisar nada. 

"¡Ay, María la portuguesa!
Desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas.
donde bebe vinho amargo.
¿Por qué canta con tristeza?
¿Por qué esos ojos cerrados?
Por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena".

El romance que no tal vez fue
Fue en aquella etapa cuando conoció a Juan Flores, que por entonces contaba 35 años. La canción le atribuye un romance con el contrabandista de Ayamonte asesinado la víspera de Reyes. Y aunque Aurora fue una mujer que tuvo mil idilios, el que la convirtió en protagonista de una canción (y por ende en leyenda) es tal vez el único que no fue tal. Esa es la teoría que sostiene la familia de Flores. Su hija Lola lleva varios años inmersa en una cruzada que pretende “limpiar la memoria de mi padre. No tenía ningún ligue con esa mujer. La conocía de Ayamonte y del contrabando. La versión del romance es la más aceptada porque lo dice una canción, pero además de ser falsa, le hace mucho daño a mi familia”. Sobre todo a su madre, que según asegura Lola “quedó muy tocada emocionalmente de aquel suceso y no se llegó a recuperar”.

Lola pide “que no se olvide que se trata de una canción que Carlos Cano compuso como quiso. No hay un rigor histórico. Está basada en un suceso pero no lo relata. De hecho, en la letra hay otro error, porque dice que el protagonista llevaba langostinos de contrabando. Lo que llevaba mi padre eran 4 cajas de cigalas”.
El nieto de Aurora también se apunta a esa tesis. Cuando mataron a Juan Flores, Aurora ya tenía 63 años y no ejercía la prostitución. Su nieto, Lino, reconoce que “eso tampoco significa nada, porque a esa edad ella tenía un novio treinta años más joven que ella. Nadie sabe si mantenían una relación, porque ambos están ya muertos y es un secreto que ambos se han llevado a la tumba. Pero yo descartaría que hubiese amor de por medio. Tal vez se trataba de alguien con quien trataba por asuntos de contrabando y le tenía cariño. Él traficaba con marisco y ella con cualquier cosa”.
Hay incluso una tercera teoría. “Ella ayudaba a todo el mundo. Aunque tenía un carácter tan irascible, no soportaba ver a las personas sufrir. Así, si vio a un andaluz asesinado en Portugal sin familia que le velase, probablemente decidió quedarse con él por pena. Porque ella además siempre se sintió muy andaluza y muy española. Siempre que veía a un español pasarlo mal en Portugal le tendía su mano”, sugiere Lino.
"Dicen que fue el "te quiero"
De un marinero, razón de su padecer.
Que en una noche en los barcos
del contrabando, p'al langostino se fue.
Y en la sombra del río,
Un disparo sonó.
Y de aquel sufrimiento
nació el lamento
de esta canción".

Cruzó el río con un contrabandista
Lino también se pronuncia sobre el hecho de que a Aurora no le dejaron subir al barco con el cadáver pero consiguió atravesar el río antes incluso que el transbordador. No tiene dudas. “Se conocía a todos los traficantes y contrabandistas de las dos orillas. Seguro que convenció a alguno para que le cruzase con lancha. No había persona más testaruda que ella. Y no me extraña nada que eso sucediese así porque ese tipo de comportamientos los tenía cada día”.
Aquel suceso la marcó. A partir de ese instante pareció perder el interés por los hombres. El único al que le hizo caso fue a un chico gay enfermo de sida que había sido repudiado por su familia. Ella lo acogió en su casa hasta que falleció. 

Enloqueció y se apagó
Fue a finales de los 80 cuando empezó a perder la cabeza. Enloqueció. Su envidiable físico ya no era tal, el contrabando no daba tanto dinero como la prostitución y los hombres la abandonaron. Su nieto se había marchado a trabajar a otra ciudad y se quedó sola. Fue ahí cuando adquirió síndrome de Diógenes. Llenó su casa de perros, gatos y basura. Pasaba el día revolviendo en los contenedores y que las asistentas sociales intentaban vaciar por las tardes. “Las sacaba de casa a hostias”, señala Lino. Su rutina diaria consistía en ir pidiendo por los bares “100 escudos (unas 80 pesetas) para tomarme un café”. 
Con 84 años se rompió la cadera e ingresó en una residencia geriátrica de la playa de Manta Rota (Portugal). Allí permaneció tres años. La enfermera Rosa Pereira pasó con ella la recta final de su vida: "Estaba postrada en una silla de ruedas y tenía una artritis terrible que apenas le permitía moverse. Pero jamás perdió su carácter. Cuando tenía que llamar a una enfermera se dirigía a nosotras como "Tú, cacho puta" o cosas peores. Era incorregible". Rosa confirma además que "se pasaba el día contando anécdotas de cuando se prostituía. Y cuando se enfadaba con alguien, con esfuerzos se echaba mano a la blusa y le enseñaba sus pechos, como dicen que hacía cuando era joven". 
Carlos Cano compuso la canción en los inicios de su carrera
Sin embargo, a pesar de lo agrio de su carácter al final de su vida y su escasa movilidad, Aurora "movía los brazos para bailar cada vez que le poníamos sevillanas, coplas o cualquier canción andaluza", rememora la cuidadora. 
Aurora falleció el 21 de enero de 2011. A pesar de haber sido casi un icono en Vila-Real de Santo António, poca gente se enteró de su fallecimiento, al haber pasado los últimos tres años de su vida en otro municipio. Sólo 4 personas asistieron a su sepelio: su nieto Lino, una trabajadora de la residencia y dos vecinas. "Murió de vieja y murió serena. Se le agotó toda la energía. Se apagó", sentencia su nieto echándose a llorar. "Es que no doy crédito. Todo el mundo conoce esa canción aquí. pero yo nunca imaginé que hablaba de mi abuela". 

"¡Ay, María la portuguesa!
Desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas.
donde bebe vinho amargo.
¿Por qué canta con tristeza?
¿Por qué esos ojos cerrados?
Por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena". 

¿Qué fue de los protagonistas de la historia?
Al morir, Juan Flores dejó viuda y dos hijas. Su mujer nunca se acabó de recuperar de aquel suceso y ha declinado hablar de la cuestión. Lola, la hija menor, vive en Sevilla, trabaja cuidando ancianos y pelea por desmentir la versión que apunta a una infidelidad de su padre con aquella misteriosa mujer de negro. Su hermana pequeña reside en Alicante y no rehuye hablar del tema.
Sobre el cabo António Nunes (autor material del crimen) se contaron muchas leyendas. Fue condenado a 4 años de prisión de los que sólo cumplió 2. Explicaban en Ayamonte que vino tocado psicológicamente de la Guerra de Angola, y que tras el asesinato entró en prisión y fue abandonado por su familia. Este hecho provocó (presuntamente) que enloqueciese y fuese trasladado a un hospital psiquiátrico. Todo falso. Antonio Nunes sigue felizmente casado, trabaja de conserje en Vila-Real y, paradójicamente, se saca un sobresueldo cantando fados en los bares. Un fado como "María la Portuguesa". Al ser preguntado sobre la historia, sigue negando haber sido el autor material de los disparos: "De aquello hace mucho y yo quiero olvidarlo. Lo único que puedo decir es que yo no lo maté". 

El único testigo del asesinato, António Da Silva (socio del contrabandista tiroteado) reside en Castro Marim (lugar de los hechos), está a punto de cumplir 89 años y desmiente al cabo Nunes. "Si es capaz, que me diga a mí a la cara que no disparó", sentencia con rabia. Aún recuerda que "yo le traje el marisco a mi amigo Juan Flores y cobré 500 escudos para gasolina y 50 para un café. Llegué, vi como Nunes mató a Juan y cuando le empecé a gritar 'criminal', me contestó que si no me callaba me volaba la cabeza a mí también". 
Carlos Cano, el autor de la canción, falleció en diciembre de 2000. El periodista y amigo personal del cantautor Alejandro V. García recuerda que "se armó un lío tremendo con aquella muerte. Fue una noticia bomba. A poco de escribir la canción, Carlos me dijo un día: 'voy a acabar hasta el gorro de este tema'. Desde el primer momento fue muy consciente de la importancia que iba a tener María la portuguesa".
Aurora, por su parte, se apagó lentamente. Acabó sus días en una residencia geriátrica del Algarve, en silla de ruedas y repitiendo compulsivamente episodios acontecidos en su juventud. Sólo cuatro personas acudieron a su funeral. Sus restos reposan en el cementerio de Vila-Real de Santo António, a escasos metros de donde trabaja el autor de los disparos. Un crucifijo semienterrado y unas flores de plástico adornan su tumba. Cuentan los que la conocieron que Aurora bailó en numerosas ocasiones la canción "María la Portuguesa" pero murió sin saber que la copla hablaba de ella. 
¿Hubo un romance realmente entre Juan Flores y Aurora Murta? La canción dice que sí. Por el pueblo creen que también. Las respectivas familias lo niegan. El misterio, sin embargo, nunca será desvelado, porque los dos protagonistas se llevaron el secreto a la tumba. 

"¡Fado! Porque me faltan sus ojos.
¡Fado! Porque me falta su boca.
¡Fado! Porque se fue por el río
¡Fado! Porque se fue con la sombra".

MAZAGÓN Y MIS HOJAS SUELTAS



Un honor que la web www.mazagon.org vaya publicando mis HOJAS SUELTAS con recuerdos de mi infancia y juventud en el Faro de El Picacho. Especial para nostágicos que hayan vivido el Mazagón de sus inicios
El enlace directo es este:http://mazagon.org/espacioliterario.htm

martes, 9 de agosto de 2016

LOS PUENTES DE MADISON



Facebook me recuerda esta publicación de 2011, me parece tan hermosa la historia de amor de LOS PUENTES DE MADISON que no me resisto a reproducir aquel artículo de hace 5 años.



Una de las más hermosas historias de amor llevadas a la pantalla es, sin duda, LOS PUENTES DE MADISON, adaptación de la novela homónima de Robert James Waller, quiso la casualidad o la causalidad, como me gusta subrayar, que hace días y de manera inesperada la volviese a ver en televisión, invitándome a escribir estas lineas llenas de la poesía que rezuman los amores únicos y a la vez imposibles...
Francesca (Meryl Streep) es un ama de casa que un día abandonó sus sueños para cuidar de su marido y de su familia en una granja del pequeño condado de Madison, la llegada de un fotógrafo de National Geographic, Robert (Clint Eastwood), durante unos días en que su familia está fuera, le abrirá los ojos y el corazón a un mundo enterrado en años de rutina y le hará aflorar sentimientos escondidos que entrarán en conflicto con la persona que ha sido hasta ese momento.
Es un melodrama con el silencio como principal excusa. No hay acción y, sin embargo, la pasión empapa la pantalla con cada palabra sin pronunciar o con cada mirada perdida. Hay una escena que resume toda la sutilidad embriagadora de la película: "El duro Robert llora de amor bajo la lluvia mientras la mano de Francesca duda si abrir la puerta a una nueva vida...".

He querido recoger algunas frases sueltas pero que hiladas nos dan toda la verdadera magnitud de como el gran amor de nuestras vidas solo pasa una vez por nuestra puerta...

"No se si voy a poder hacerlo... ¿El qué...? Intentar concentrar toda mi vida entre hoy y el viernes..."

"Por un momento no supe donde estaba. Y por un instante pensé que él no me quería. Que le era fácil dejarme... Que equivocada estaba..."

"Pensé que él había estado allí solo unos momentos antes. Estaba tumbada, donde el agua se había deslizado por todo su cuerpo. Y me pareció intensamente erótico. Casi todo lo relacionado con Robert había empezado a parecerme erótico..."

"No quiero necesitarte. ¿Por qué...?. ¿Que por qué...? Porque no puedo tenerte."

"El amor no obedece a nuestras esperanzas, su misterio es puro y absoluto..."

"Creo que los lugares en que he estado y las fotos que he hecho durante toda mi vida me han estado conduciendo hacia tí..."

Yo resumiría esta hermosa historia diciendo que los dos tuvieron la suerte de poder conocer ese gran amor imposible. Un amor que sabes, con toda certeza, va a ser el único verdadero en tu vida.

Pienso que las mujeres que han tenido la suerte de pasear por su particular Puente de Madison, nunca olvidarán al fotógrafo que un día les inmortalizó los vericuetos de su corazón...

Dedicado a todas las mujeres que guardan, amorosamente abrazado por su memoria, un viejo paquete atado con cintas de colores donde atesoran los recuerdos que le sirvieron para levantar su propio PUENTE DE MADISON...


LAS CARAS DE HUELVA EN HUELVA TV.



Os dejo los invitados a los 33 programas emitidos en mi programa de Huelva Tv "LAS CARAS DE HUELVA", gratamente sorprendido por el éxito de audiencia, comienzo a preparar los programas del próximo septiembre. En el fotograma con XANTY ELÍAS y su recién estrenada Estrella Michelín para su Restaurante Acanthum.
Paseos nostálgicos por las calles, plazas, comercios, personajes de una Huelva desaparecida pero muy presente en el corazón de muchos onubenses. Encantado con la recepción más allá de Huelva tanto en España como en Francia, Alemania, Suiza, México, Argentina, Venezuela.
https://www.facebook.com/diego.lopa.garrocho/media_set?set=a.10208524979375194.1073741850.1029347307&type=3

domingo, 7 de agosto de 2016

REFLEXIONES

Tomadas de mi cuenta en facebook. Encantado de compartirlas con mis amigos del blog




Calor, agobio, humedad... Pueden ser palabras que definan el día que acaba de morir, jueves 6 de agosto. Posiblemente ese sopor me haga buscar en los rincones de mis sentimientos y me invite a filosofar de manera, posiblemente barata, pero sincera conmigo mismo.
Me vuelvo a mi terraza de AZAHAR, comienza a refrescar agradablemente con una suave brisa que me anima a unir palabras y sentimientos. Reflexiono...
Noto que cada vez camino menos, que cada vez siento más cercano el aburrimiento, que ya no voy a tantos sitios ni me apetece hacerlo, que ya no camino hasta tan lejos.
Posiblemente es que noto que los pasos cada vez son más cortos y callados, faltos de una ya descolorida ilusión, que el camino lo recorro muchas veces por costumbre y no por proyectos y que la mayor parte de esos caminos son viejas veredas sin asfaltar y, por consiguiente, llenos de baches, de virajes y de maleza sin desbrozar, cuando lo que imagino son anchas autopistas llenas de luces de neón sin curvas ni rodeos.
Por eso a veces me digo a mi mismo que no debo engañarme y que debo dejar de seguir un ritmo de marcha que utilizo para ocultar a mi propia existencia, que las maletas están ya demasido llenas de encuentros, desencuentros, mentiras, falsas palmadas, amistades de paso y también, hay que ser justo, de éxitos, reconocimientos y afectos... Aunque quizás para continuar debería vaciarlas y tratar de caminar por donde desee en cada momento, sin mirar las señales de tráfico del propio codigo de circulación de mis otros yo...

Pero cuando coloco esos puntos suspensivos me detengo, huelo los jazmines, miro la luna, me dejo acariciar por el olor del cercano mar, cierro los ojos, saboreo mi música y, maldita costumbre, vuelvo a pensar...
Y entonces recapacito y me digo que si quiero vaciar la maleta que la vacie, que si no quiero caminar tanto que me detenga, que si no me apetece recorrer algunos caminos que los olvide... Pero que no deje a mi alma que abandone la sonrisa de niño que aún continúa meciendo entre sus pliegues que, solo por eso, merecerá la pena seguir mi camino aunque sea en soledad.
 

jueves, 4 de agosto de 2016

MI CUADERNO DE BITÁCORA: LA HABANA

Os dejo el auténtico regalo que supone para los sentidos la ciudad de LA HABANA. He recorrido medio mundo pero esta , sin duda, es una de las ciudades más cercanas, hermosos y sensuales que he pisado.





La Habana, olores y aromas a  tabaco y ron, a sensuales abrazos del Atlántico y del Caribe, a brisas coloreadas de boleros inolvidables.  La  Habana,  una ciudad donde cada calle, cada rincón, cada plaza, cada bulevar tiene su propia historia.    Una ciudad con  sabor diferente, con una luz distinta, se diría que en La Habana no hay ruidos, solo sonidos.  Sonidos a  música en cada barecito, en cada casa de comidas, los paladares, salsas y boleros a cualquier hora del día, sonidos a viejas radios por las ventanas abiertas de los pisos ruinosos y a voces de niños jugando, que ya son sonidos olvidados en otras ciudades.

     Calle del Obispo, desde el Floridita, el templo del daiquiri,  hasta la Plaza de Armas y su mercado de libros usados, pasando por Ambos Mundos, una cerveza Bucanero y su piano siempre acariciando boleros…   La Plaza Vieja, con su casa de Cádiz, pura Andalucía colonial trasladada a través del Océano, la bajada por el Prado hasta el Malecón lleno de palacetes rezumando historia entre el desgarro de sus fachadas y el caminar voluptuoso de las habaneras en flor, la alegría estrecha de la calle Mercaderes o Compostela o San Ignacio…   La Casa de la Obrapía, impresionante por su belleza y sus patios interiores totalmente remozados. La Plaza de la Catedral,  adornada con las cubanas ataviadas para el turista, enormes puros y suave contoneo de sus caderas…   y por el palacete del Patio, sones, comidas y combinados en un ambiente de hace siglos y, abrazándola, a la vuelta de la esquina,  la Bodeguita del Medio, icono del buen mojito.  



     Pasear en coche de caballos desde el Parque Central hasta el Vedado, pasando por la Habana Centro y el Barrio Chino, entrar con el por el Cementerio Colón, una obra de arte esculpida en mármoles,  llena de leyendas como la de Amelia y su tumba rodeada de creyentes, de rituales y de flores frescas, seguir y tomar un helado en el centro Copelia, con sabores a fresa y chocolate,  y un mojito en el jardín del Hotel Nacional, volcado sobre el Malecón, mientras te cantan boleros a la hora del almuerzo.

      Cruzar las avenidas de Miramar y regresar al bullicio del Parque Central y el Capitolio, copia del de Washington, rodeado por el antiguo Centro Gallego, hoy Teatro Nacional García Lorca.    A su frente los soportales, tras el Centro Asturiano, fachadas derruidas pero llenas de grandiosidad, la comida en Los Nardos y el café en la terraza del Hotel Inglaterra, los automóviles de hace medio siglo con sus imponentes carrocerías y sus colores impecables y gritones como la propia ciudad, los coco-taxis, las bicicletas para pasajeros, los coches de caballos…


      Pasear por La Cabaña, junto al Morro, en la otra orilla de la ciudad, llenarte de su atardecer de mil colores que se esconden tras las lejanas avenidas de Miramar y esperar el cañonazo de las 9 tomando un mojito mientras escuchas, por enésima vez, a grupos que animan todas las terrazas de la fortaleza donde vivió el Ché…    Más adelante,  y en la misma orilla,  la Santería,  Guanabacoa, Regla y su Virgen Negra, la yemayá de los viejos esclavos africanos que escapaban desde la ciudad,  cuanto fervor en los rezos y las ofrendas y en sus puertas, las viejas descendientes de esos mismos fugitivos, vestidas de blanco y amarillo, te predicen tu futuro o clavan las agujas de vudú.

     El regreso, acariciado por olores a muelle y a sal,  en las barcazas que se abren camino por la bahía de La Habana entre estertores de sus entrañas cansadas de navegar.


     Caminar por sus pueblos detenidos desde hace un siglo: Caibarién,  Remedios, su plaza con dos iglesias y su leyenda de una Virgen aparecida en el mar y rescatada por pescadores que en noches de luna se cambia de una a otra iglesia, sus casas restauradas y refulgentes en añil, rosa, amarillo, anaranjado… una gama de colores que da a Cuba esa sensualidad única de borrachera visual.

       Y lo mejor de Cuba,  Sin duda los cubanos.   Soy entrometido, me gusta caminar por las ciudades, sus calles y sus rincones sin otros consejos que no sean los de mi guía de viajes y mi instinto, alimentado por la curiosidad, llamo a cada puerta que me parece interesante y así conocí a Ernesto Canteli, director de teatro, escritor, poeta, historiador del que me asombro cuando veo quién es en Wilkipedia.  Gracias Ernesto, amigo,  acompañante, guía, cicerone que me llevó hasta los últimos rincones de La Habana de la mano de su inmensa cultura, que me recitó versos suyos en la puerta de la Bodeguita del Medio y que me llenó hasta rebosar de su inmensa sensibilidad.  Suerte en la obra que diriges y estrenas, precisamente hoy 26 de Marzo, en el Teatro Nacional de Arte Cubano de La Habana dentro de la Bienal Artística.  Gracias María Victoria a quién encontré tras la puerta de un despacho en un palacete colonial y a Manolo Fernández, Directora General y Director de Mercadotecnia respectivamente de la Galería Génesis, organizadora de la parte pictórica de la Bienal de La Habana que, justo hoy, se inaugura.  Gracias por vuestro amable café cubano en tu antedespacho, gracias por hacernos volver para ver pinturas y esculturas y gracias Manolo, a ti y a tu esposa Odalys,  por abrirnos por dos noches las puertas de tu casa y disfrutar con las tertulias hasta la madrugada.   Y gracias especiales para la familia de Alfredín, su esposa Araceli, su deliciosa hija pequeña y su hijo Raul  en Remedios, su generosidad, acompañándonos y enseñándonos el pueblo,  y su cercanía abriéndonos las puertas de su casa para ofrecernos lo mejor que tenían son ya inolvidables para mis recuerdos…    Y para Yolanda, nieta de santanderina,  Directora de la Casa de la Cultura de Remedios y para Rudy un cochero encantador que nos enseñó el Barrio Chino, la Habana Centro, el Vedado… mientras piropeaba toda mini falda que se moviese y para Adolfo, sabio taxista, que escuchaba en su coche música de los H.H. (por Díos…) mientras atravesábamos los 54 kilómetros de pedraplén que unen Cayo Santa María con Caibarién.

        Yo, parafraseando a Carlos Cano,  quisiera y me atrevo a decir que “Andalucía es La Habana con más salero y La Habana, Andalucía con más negritos…”      Hasta siempre amigos,  que la brisa del Atlántico os lleve mi recuerdo y mis nostalgias… 

       Un fuerte abrazo de vuestro amigo DIEGO