jueves, 31 de enero de 2019

SUEÑOS...

El retazo de un sueño perdido entre las brumas de los recuerdos...


Hay mañanas, cuando amanece en mis sentimientos, que presiento que algo o alguien va a cambiar mis cartas de navegar en ese día. Eso sucede en el momento en que mis sentidos se abren al pasar de los pájaros, al desperezarse de las flores o al sentir la intensidad del viento en mi piel.

Esa tarde nos cruzamos en el escenario inanimado de arenas de una playa en silencio con el telón de fondo de un mar tremendamente calmoso desde su azul sin límites ni fronteras.  Nos miramos y fue la primera vez desde que la veía pasear que nos sentimos solos en la cercanía de su mirada, mientras robaba una y otra vez los pliegues de la mía.

Hablamos rodeados de la extraña soledad que proporciona la cercanía del mar, cruzamos cada uno por los caminos del otro, llevados por unas palabras que nacían solas y que, en cada frase, nos acercaba como si la presencia silenciosa de la brisa marina nos atrapase irremisiblemente.

Entonces todavía no sabíamos que estábamos ocupando cada uno un espacio dentro del otro, que cada palabra, cada gesto, cada sonrisa era un paso más en el caminar por los rincones compartidos, de modo y manera que lográsemos en horas lo que a veces otras almas tardan años o, simplemente, no lo consiguen nunca.

En el regreso seguimos caminando por la senda que nacía justo delante de los dos para, sin advertirlo, llevarnos a un punto de unión de sueños.

Con el sol diciendo adiós, nos detuvimos para decirnos también adiós o simplemente hasta luego. Fue el momento en que las mariposas salieron en torbellino a pasear entre los dos rostros que se despedían y que, eliminando espacio físico entre las bocas las hizo rozarse, solo rozarse, hasta que los labios decidieron saludarse alborozados y felices de encontrarse, abrazarse, entregarse y, sobre todo, cerrar los ojos, para llegar al mundo de nunca jamás…

Fue entonces cuando sintiendo nuestra propia bandera amarilla me dijiste…

Quiero que me escribas un sueño solo para mí y que me lo leas en cercana soledad para escucharlo desde esa misma boca que acabo de besar.

Me miraste, sonreíste y me dijiste con una voz suave, casi perdida en una inmensa marea de emociones desconocidas…

“Te dejaré que me lo leas en soledad mientras contemplas la desnudez de mi cuerpo erizado con tu voz y tus palabras…”

martes, 22 de enero de 2019

RINCÓN POÉTICO


sábado, 19 de enero de 2019

MI PLAYA DE URBASUR



UN ANILLO Y UNA FECHA EN LA ARENA


Hace, creo que unos diez años, estaba como muchas otras veces, sentado en la playa, leyendo, empapándome de mar, jugando con mis pies sobre la arena. Es una sensación de paz y de recarga de energías positivas que, a veces, me hace estar minutos y más minutos en esa posición.

Entre tanta paz, mis dedos notaron un contacto metálico en la arena, removí, algo brillaba, me agaché para rescatarlo y, para mi sorpresa, era un anillo de oro blanco con una fecha grabada en su interior: 07-11-05…

¿De quién sería…? ¿Dónde lo habría perdido…? ¿Lo había traído el mar hasta la playa…? Y la fecha… Seguramente un aniversario, pero de que ¿nacimiento, boda, encuentro, despedida…? Pero seguro que cargado de alegrías, tristezas, sorpresas, amor, de vivencias pasadas…

Curiosa es la vida, me pregunto ¿Cómo un objeto lleno de vida para quién lo habrá llevado años en uno de sus dedos,  ha permanecido, quién sabe cuantos meses, enterrado en una playa cualquiera? En silencio, horas de calor, noches de luna llena, compartiendo sonrisas y juegos de niños, carreras de adolescentes o silencios de vejez.

En definitiva ha estado como la vida misma. Unas veces sonriendo, otras con tristezas, otras expectante, otras en soledad y muchas acompañado…

07-11-05… Sea la conmemoración que sea, a veces lo llevo unos días conmigo como un recuerdo compartido con alguien a quién no conozco, ni se donde ni como vive… si es hombre o mujer, si está vivo o muerto… Pero siempre estará viva esa fecha grabada en su corazón 07-11-05

Nunca sabré de donde vino ni como vino, pero si espero que me acompañe en una nueva vida en la que, espero, se haga vieja  en mi compañía.

miércoles, 9 de enero de 2019

HOJAS SUELTAS. OCASOS EN LA RÍA.

Os dejo una mis HOJAS SUELTAS, hoy con una magnífica foto de Antonio S. Segundo. Mis recuerdos de los atardeceres disfrutados desde la desaparecida FUENTE DE LAS NACIONES




                           El muelle del Tinto… cuantas fantasías, cuantas ensoñaciones…   se me antojaba una aventura seguir el camino de la calle Marina hasta desembocar frente al río porque los nombres de los buques atracados a su costado, y  la fascinación por lo extraño, siempre vencieron mis perezas de tan largo desplazamiento…

                           Cuando me detenía junto a su impresionante estructura metálica, sentía acrecentada mi pequeñez. La noticia dada en el colegio de que había sido proyectada nada menos que por el famoso Eifell, el mismo de la mítica torre, me hacía sentir la importancia de mi pequeña ciudad.

                           Allí, mientras la tarde tomaba el aire solemne del adiós y mientras las primeras sombras se alargaban más allá de sí mismas, yo solía permanecer callado, envuelto en el silencio alado de las gaviotas.      Mis ojos  adolescentes, acariciaban suaves los restos ajados de las viejas embarcaciones que rodeaban al muelle y mi alma se enredaba con los recuerdos de tantas vivencias saladas, vivencias de mar, de cielo, de lunas llenas,  de fuegos de San Telmo…

                          Mi corta vida, pasados y futuros anhelos, vienen a varar en silencio junto a esas viejas espinas vertebradas de la mar y mis ojos, en su abrir y cerrar, acarician sus propias imágenes, imágenes que brotan sin recuerdos ni apetencias, sin pasado ni futuro.   Condenadas al nacer a una vida tan fugaz y, posiblemente,  tan oscura,  como la profunda noche en que reposan los mudos testigos de tantas singladuras mar adentro…

jueves, 3 de enero de 2019

SUEÑO EN COLOR SEPIA. FELIZ 2019

Abro el nuevo año con el sueño que abrió los 39 de mi libro MIS SUEÑOS EN 39 COLORES. Que los miles de visitantes del blog desde tantos rincones de todo el mundo, tengan un año con la cara amable de la felicidad y el relax.

Leer es maravilloso. SUEÑO EN COLOR SEPIA, no por repetido deja de provocarme nuevas emociones.




       Te quitabas el lazo de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y reías. Estábamos tan cercanos que no podíamos ni vernos, los dos absortos en un rito que pretendíamos eterno y resultaba efímero pero repetible, envueltos en el calor y el olor que creábamos juntos.

      Me abría paso por tus caminos del alma. Mis manos buscaban por tu cintura temblorosa y encontraban las tuyas impacientes para recorrer juntas los caminos interminables de los sueños compartidos.  Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tu presencia mientras me decías mil veces: “ven” con tus labios posados sobre los míos.

      En el instante final teníamos un atisbo de una completa soledad, disfrutada a partes iguales, cada uno perdido en su quemante abismo, pero gozando de un horizonte compartido donde pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego, para descubrirnos abrazados en el desorden de los inmensos almohadones, bajo el mosquitero blanco de nuestros sueños.

     Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos del alma, unas veces sonreías mientras los entornabas y otras te sentabas a mi lado. Las piernas recogidas con una gracia innata que oscilaba entre la inocencia y la provocación, te gustaba pasarte el chal de transparencias entre un hombro y tus pechos que sonreían tras las proposiciones indecentes y mágicas del tejido y, todo esto, lo hacías rodeada del silencio de la noche que apenas comenzaba.

     Así te recuerdo…en una calma,  mezcla de extenuación y de deseo renovado…

     Yo entonces te miraba, perdiéndome en la profundidad de tus ojos claros, y te decía

          “Cuéntame un cuento”
          “¿Cómo lo quieres…?” me preguntabas
         Y yo, izando una imaginaria bandera amarilla, te respondía: “Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie…”