viernes, 30 de noviembre de 2018
MI CUADERNO DE
BITÁCORA: CHINA
Cipango, Catay…
nombres evocadores de mi adolescencia, Cipango y Catay, las tierras donde
soñaba llegar Cristóbal Colón atravesando los mares desde nuestra Huelva.
Cuando explicaba esos sueños, desde el abrazo del Tinto y el Odiel junto al
convento Rabideño, mostraba, desde su fantasía, la primera visión de esas tierras en el
amanecer que los recibiría al arribar a ellas. Casas con tejados de oro,
elefantes engalanados con los próceres locales para recibirlos, riquezas sin
cuento y miles de infieles para llevar hasta el bautizo y su conversión a la
religión católica.
Todos esos recuerdos se me
agolpaban cuando estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Pekín, después
de más de 24 horas de viaje, incluida una escala en Estambul. Después de tantos viajes, este superaba en
lejanía y expectativas a otros muchos. Era conocer una nueva cultura, una forma
de vida diferente y dos ciudades llenas de promesas: PEKÍN Y SHANGHAI.
Mi primera visión de la capital
china no pudo ser más alejada de los sueños del almirante, los suburbios
cercanos al aeropuerto, camino de la ciudad,
con bastante suciedad y proliferación de obras ante la proximidad de los
JJ.OO., aclaro que mi visita fue exactamente hace dos años, aunque como
contraste a esta pobreza, mi primera cena fue en el Restaurante Maxim, sucursal
del celebérrimo de igual nombre en París, realmente variada y magnífica como
antesala de la visita, en la mañana siguiente, a la PLAZA
DE TIANANMEN, la mayor plaza del mundo, con una extensión de 40 Ha. Paseando por su inmensidad recuerdo los dramáticos sucesos
que, de alguna manera, iniciaron el camino de unos tímidos cambios en el
país. Inmensas colas ante el Mausoleo de
Mao, nuestro grupo despertaba una inusitada curiosidad entre los campesinos del
interior que, según nos dijo el guía, al menos una vez en su vida el gobierno
les subvenciona su visita a este lugar.
Al fondo la entrada a la inmensa CIUDAD PROHIBIDA, residencia de dos dinastías la Ming y la Quing, con 9.999
habitaciones lo que constituye el mayor palacio del mundo. Después del almuerzo, la visita al Palacio de
Verano, con una impresionante puesta de sol en su lago enmarcaron mi primer día
en China.
Deseaba intensamente visitar LAS
TUMBAS DE MING y LA GRAN MURALLA, debo confesar mi
desilusión con las primeras y mi pequeñez asombrada ante la inmensidad de la GRAN MURALLA, caminé alejado
del grupo, degusté semejante grandeza,
abrumado por sus dimensiones, 6.000 kilómetros,
e interiorizando que los extremos de aquel lugar, donde me encontraba paseando
con un frío intensísimo, pese a la esplendidez de un sol tibiamente cercano, se
situaban en sitios tan lejanos como las montañas de Corea y el desierto de
Gobi… Y antes de dejar PEKÍN como olvidar EL
MERCADO DE LA SEDA,
paraíso para los compradores, un inmenso edificio de varias plantas, 7 u 8 no
recuerdo, donde tienes absolutamente de todo, eso si… bajo el implacable
reinado del regateo más farragoso.
Mi primera visita en SHANGHAI fue, dada
la hora de la llegada, a un restaurante para una cena espléndida aunque lo
curioso, para mí, fue que la degustamos
en la planta 41 de un rascacielos que superaba los 60 pisos y que en la que
estábamos cenando era rotatoria, espectacular, y aún me cuesta trabajo asimilar
como una sola planta, del casi centro de edifico, da vueltas mientras el resto
permanece estático.
La mañana siguiente nos deparó la
visita al TEMPLO DE BUDA DE JADE, el más famoso de SHANGHAI, se percibía en las
oraciones de los monjes una devoción y una sensación etérea absolutamente llena
de espiritualidad. Es costumbre dejar
cintas rojas con tus peticiones en unos cuidados bonsáis que se sitúan en el
patio central, mientras en unos enormes botafumeiros se queman esencias. En este punto me recuerdo transportado por
el misticismo del momento, hasta que me devolvió a la realidad uno de los
monjes sacando de su túnica naranja un teléfono móvil y apartarse a charlar
tras unas columnas… Cosas de la
globalización.
SHANGHAI tiene un precioso malecón,
nada que ver con el de La
Habana, está rodeado en sus dos orillas, de enormes rascacielos y una espectacular
torre de TV, caminar por él fue
sencillamente inolvidable y, desembocando en el paseo, amplias calles
peatonales, paraíso del comercio, esto es China amigos. Realmente recorrer sus avenidas se puede
confundir perfectamente con hacerlo por cualquier ciudad de los USA.
Anécdota, tras la cena de despedida
del viaje en el mismo Hotel donde nos alojábamos, un hotel absolutamente
IMPRESIONANTE al igual que el de Pekín, tomamos la penúltima copa en uno de los
bares del edificio, solo que estaba en la planta 66 y que las paredes eran
íntegramente de cristal, con una vista nocturna de la ciudad que me sirvió de
broche a un viaje de regreso, interminable,
con escalas en Pekín y Estambul.
Una página más de mis experiencias
viajeras pero en este caso, absolutamente agotado de tantas horas de aviones y
aeropuertos. Como nota positiva de las
escalas, el despegue de Estambul al amanecer, con una maravillosa vista de una
ciudad tan hermosa y a la que, en breve, dedicaré uno de los capítulos de mi
CUADERNO DE BITÁCORA.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
EL CUADERNO DE LA TAPA VERDE
Este miércoles 28 a las 20 horas en la Biblioteca Provincial (Gran Vía)
presentaré la novela de Pedro J. Martín EL CUADERNO DE LA TAPA VERDE,
nos acompañará por PÁBILO EDITORIAL Joaquín Cabanillas.
"Sobrecogedor relato sobre la posguerra civil ambientado en la Huelva de los años 40. Un secreto guardado durante más de medio siglo reposará sobre la espalda de Matías, hasta llegar a un inesperado desenlace..."
"Sobrecogedor relato sobre la posguerra civil ambientado en la Huelva de los años 40. Un secreto guardado durante más de medio siglo reposará sobre la espalda de Matías, hasta llegar a un inesperado desenlace..."
martes, 27 de noviembre de 2018
MIS HOJAS SUELTAS
Vuelvo a dejaros capítulos de MIS HOJAS SUELTAS, recuerdos de infancia sin duda agrandados por el paso del tiempo, pero cargados de recuerdos de niñez y adolescencia. Hoy el BARCO HUNDIDO Foto de José Manuel Gómez
Cuando pasaba
los veranos en EL FARO y bajaba hasta la playa, por el camino de tierra entre el molino y la
higuera, la sensación de infinita paz que transmitía la salida a la arena
inmensamente blanca, como la azúcar decía mi madre, tras bajar las dunas
moteadas del verde oscilante de los juncos, mi espíritu se llenaba con los sueños
cargados por las fantasías de un niño solitario…
Una de ellas era el BARCO HUNDIDO.
Si al bajar a la playa paseabas hacia la
parte izquierda, en dirección a LOS BAÑOS, la zona donde habitaban los chozos
de la gente de Rociana y de Moguer, llegabas hasta donde estaban varados los restos
enmohecidos de un viejo barco hundido, inclusive en la memoria de los lugareños. Cuando la marea estaba baja te permitía
pasear entre ellos, a mí me infundía un respetuoso temor sentirme parte de los
mundos, las sonrisas, las lágrimas, los amores, las nostalgias que, sin duda, habían vivido entre aquellos restos de hierro y
madera.
Mi fantasía acariciaba el casco inclinado,
medio enterrado bajo la arena, con la superficie llena de conchas, de moho, de verdín
y soñaba con mares ignotos, aventuras sin cuento, travesías inacabadas, noches
de tormentas o de lunas en calma. Sabía
que allí dentro habían soñado, dormido, trabajado vidas con almas y con las
fantasías que siempre he atribuido a los hombres del mar.
La abuela Milagros y mi tía María
me explicaban que el barco había embarrancado una noche de invierno, los marineros
perdidos en la tormenta, se habían guiado por las luces del faro: 4…2….4…2….4…2…
para acabar embarrancados en los bajos de arena
cercanos a la orilla.
Un verano no volví a verlo, nunca supe si
definitivamente enterrado por movimientos de tierra de las mareas invernales o,
lo que siempre creí, puesto a flote por los espíritus de sus ahogados para
navegar sin rumbo fijo entre noches de estrellas y fuegos de San Telmo.
miércoles, 21 de noviembre de 2018
DESDE ARGENTINA CRISTINA JAUVEN
Cristina Jauven del GRUPO CARILLÓN de poetas y escritores, nos deja desde su amada Argentina estos versos llenos de sensualidad. Los acompaña una foto de Jorge Lazaro.
Magia pura se
enreda entre sábanas,
encanto enlazado en cuerpos desnudos,
almas sedientas de extremas locuras,
despiertan temprano buscando los labios …
y nuevamente comienza cual rutina,
el juego jadeante de torpes amantes,
buscando las manos… encendidas caricias,
buscando los ojos … ardorosas miradas,
buscando las bocas… calor en los labios,
de pasionales
corazones entregados.
Y hay tres basta en
ese encuentro diario,
que vivencia
emociones de un amor deseado:
… nos basta con
tenernos!
… nos basta con
besarnos!
… nos basta con
amarnos!
sábado, 17 de noviembre de 2018
NIÑO MIGUEL EN LOS VERSOS DE ALFONSO PEDRO
Mi querido amigo Alfonso Pedro, escritor de cercanía, llena sus versos de recuerdos hacia EL NIÑO MIGUEL, guitarrista, genio descarriado que se perdió por el camino equivocado y nos privó muy pronto de su arte. Sumo mi homenaje compartiendo sus versos hacia uno de lo grandes que tantas veces me deleitó con sus acordes.
ODA AL NIÑO MIGUEL
Por entre las calles de la vieja Onuba,
entre sones tristes de la vieja Cuba
o por soleares, rumbas y fandangos
hechos con dulzura y con arrebato
el niño Miguel paseaba su duda,
paseaba tres cuerdas y paseaba el genio;
paseaba la vida, locura y cordura.
Su fiel escenario fue la calle entera;
su fiel auditorio fueron las aceras,
farolas y perros, la ciudad entera,
tantas madrugadas ¡y tantas sirenas!
Lejos de tablaos y de escenarios,
lejos de los focos, de palmas a diario
y entre su gente su cante navega,
cante y toque añejo pa’ aliviar las penas.
Silencio, señores, suena una guitarra,
coja y malherida, pero aún serena.
Silencio, señores, que llega la savia,
que llega la esencia de don Miguel Vega.
Un manojito de versos y un racimo de arpegios
se unieron al llanto, al pasar su féretro,
de toda su gente, de toda su Onuba,
ciudad más sabia y noble por destreza suya.
Ahora Miguel toca en los altos campos
de las nubes blancas con su guitarra de soles.
Y Junto al de Lucía ponen sonrisa en el cielo,
un fandango, una malagueña, cuatro soleares
y toda la armonía.
Alfonso Pedro
ODA AL NIÑO MIGUEL
Por entre las calles de la vieja Onuba,
entre sones tristes de la vieja Cuba
o por soleares, rumbas y fandangos
hechos con dulzura y con arrebato
el niño Miguel paseaba su duda,
paseaba tres cuerdas y paseaba el genio;
paseaba la vida, locura y cordura.
Su fiel escenario fue la calle entera;
su fiel auditorio fueron las aceras,
farolas y perros, la ciudad entera,
tantas madrugadas ¡y tantas sirenas!
Lejos de tablaos y de escenarios,
lejos de los focos, de palmas a diario
y entre su gente su cante navega,
cante y toque añejo pa’ aliviar las penas.
Silencio, señores, suena una guitarra,
coja y malherida, pero aún serena.
Silencio, señores, que llega la savia,
que llega la esencia de don Miguel Vega.
Un manojito de versos y un racimo de arpegios
se unieron al llanto, al pasar su féretro,
de toda su gente, de toda su Onuba,
ciudad más sabia y noble por destreza suya.
Ahora Miguel toca en los altos campos
de las nubes blancas con su guitarra de soles.
Y Junto al de Lucía ponen sonrisa en el cielo,
un fandango, una malagueña, cuatro soleares
y toda la armonía.
Alfonso Pedro
martes, 13 de noviembre de 2018
CUARTO MILENIO. EL AÑO DE LOS TIROS
Comentan en facebook el suceso del AÑO DE LOS TIROS en Riotinto y por ello, os dejo el enlace del programa de CUARTO MILENIO en el que intervengo junto al historiador y escritor Rafael Moreno, hablando de la tragedia para quienes desconozcan este triste episodio. Mi voz no estaba muy allá cuando grabamos.
https://www.cuatro.com/cuarto-milenio/matanza-mineros-sangre-tragedia-Huelva-cobre-riotinto-minas_2_2528955098.html?fbclid=IwAR2jGhPR7nrM7rBTzlh-WnNf6PouArqrIxd1jNMzz4TgBxjNOcWLvk4PyPg
lunes, 12 de noviembre de 2018
MI CUADERNO DE BITÁCORA. ABU SIMBEL
EGIPTO, tierra enigmática, objeto
de mis sueños viajeros durante años, había pasado la Nochevieja de 2.004 a bordo del DIAMONT
navegando por el Nilo y estaba programada para el primer día de 2.005 la visita
al templo de ABU SIMBEL, lo haríamos atravesando en autocar los 300 kilómetros que
lo separan de ASSUAM.
Pese a la fiesta de la noche
anterior, salimos a las 4 de la madrugada para tener la oportunidad de
presenciar el amanecer en el desierto NUBIO. El viaje duró aproximadamente unas
3 horas, las autoridades egipcias han trazado una pista, ancha y casi recta a
través del desierto hasta llegar al mencionado templo de ABU SIMBEL, lo hicimos
en caravana siempre precedida y cerrada por vehículos militares como precaución
ante eventuales problemas de seguridad.
De mi idolatrada LAWRENCE DE
ARABIA recordaba las noches estrelladas del desierto… Y QUE ESPECTÁCULO, miles
de estrellas, silencio absoluto (a diferencia de las noches en alta mar) y mi
fantasía que me hacía creer que aquella era mi casa desde siempre. ABDEL, el
guía, me indicó a preguntas mías, que pocas cosas tan bellas en el mundo como
ver amanecer en el desierto NUBIO. Doy fe
de ello…
Tardó un rato en concretarse,
primero fue una banda de mil colores que se extendía sobre un horizonte
interminable luego, cuando estos colores tomaban formas, otras más luminosas
las empujaban hacia el cielo y, de pronto, sin más avisos, comenzó a asomar
entre las dunas un disco naranja, difuso primero, radiante más tarde,
fundiéndose con un cielo azul, absolutamente limpio de nubes que acabó
iluminando todas las gamas inimaginables de colores, suavemente extendidos por
la inmensa paleta ocre del desierto, miré el reloj… eran las 5,28 del primer
día del año 2.005, si esta era una señal. QUE
BUÉN AÑO SERA…